El Carpena volvió a ser el Carpena

El Carpena volvió a ser el Carpena. El de las grandes citas, el de las gradas a reventar, el que rompe los tímpanos. Sólo necesitaba un Moriarty que despertase de su letargo a la bestia verde. Y ese archienemigo es el Real Madrid, personificado sobre todo en la figura de Rodolfo 'Rudy' Fernández. El partido además contó con la épica necesaria para entrar en la historia. No faltó un ingrediente.

Málaga jamás desfallece cuando su equipo lo necesita. Presionó al Madrid, increpó a los jugadores blancos y también a Pablo Laso cuando sacaban a pasear ese vehemencia prepotente a la hora de cuestionar a los árbitros. Y, por supuesto, fue un Carpena inquisidor con la labor del trío arbitral.
Llenazo, colorido, ganas de fiesta y de cerrar el 2014 como merecía el Unicaja, el líder de la ACB. Para empezar, rugidos contra el Madrid en su salida, aplausos al equipo, ovación cerrada a Plaza y el himno cantado a capela. Liturgia clásica.
Luego llegó el baloncesto. Lo cierto es que el primer cuarto fue tan fulgurante del Madrid que los seguidores cajistas quedaron algo tocados, pero a partir del segundo comenzó a aumentar su pasión.
Vibró con los mates de Fran, sobre todo con los dos alley hoop del gallego. Dudó con Granger y sus primeros tiros libres, pero luego todo fueron aplausos y ovaciones para el uruguayo, que encendió del todo a este palacio malagueño, casa del basket. Canasta y falta, gestos de aquí estoy yo. El Carpena supo valorarlo.
Hubo 'cachondeíto' con alguna acción tonta de jugadores como Ayón o Mejri. Pero el principal objetivo era Rudy. Al balear no se le pasa una. En una acción en la que acabó por los suelos quejándose se le cantó "¡Vete al teatro, Rudy, vete al teatro!". Algunos aficionados no fueron tan suaves durante el partido con el jugador blanco y se le dijeron cosas más 'duras', por utilizar un eufemismo.
No podía faltar el "Así, así, así gana el Madrid", tras algunas decisiones más que discutibles de los árbitros de este vibrante partido de baloncesto. Y es que el Carpena sabe que en estas citas mete canastas. Y también las tapona. Que se lo pregunten a Ayón, que sufrió la potencia de las 11.000 gargantas malagueñas para fallar dos tiros libres que terminaron de matar al Madrid.
La fiesta fue total en las gradas, que terminó con una celebración por todo lo alto, casi con honores de título. Era la fiesta final de este buen 2014 en el que el equipo de Joan Plaza termina líder de la ACB con dos triunfos de ventaja sobre los perseguidores. Ahí queda eso.