Pasión renacida con el Bilbao Basket: qué buen rollo en Miribilla

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Un épico Surne Bilbao Basket jugará, ante PAOK Salónica, su segunda final europea
Bilbao Basket, qué buen rollo en Miribilla. Qué yo recuerde, nunca fui de eventos, actos sociales y aglomeraciones. Y mucho menos con speakers y megafonías. Creo que sobrepasé los 30 años como socio del Athletic Club. Y aseguraría que, de media, no fui a San Mamés más de 8 partidos por temporada.
Y con la edad no se mejora. Mi madre decía que las personas cambiamos muy poco, y generalmente a peor. Y a peor he cambiado yo con lo nervioso que me ponen los partidos del Athletic. Y también los del Bilbao Basket… Ahora el Surne Bilbao Basket de Jaume Ponsarnau.

Nunca he sabido de baloncesto. Iba de crío a Mallona, a ver al Juventus OAr, en el que jugaba mi hermano José Mari con los míticos Mendía, Yanque, Zugazaga,... Llegaron a promocionar a División de Honor contra el Peñas de Huesca, que hizo fortuna en la máxima categoría.
Yo escapaba al vecino campo de tierra, a ver al Begoña... o lo que echaran. Me enganché luego a La Casilla, al olor de los bocatas de salchichas, a Darrell Lockhart y Joe Kopicki, al gran Vidorreta, al valor de las cosas bien hechas con pocos medios.
Luego llegaron los días de vino y rosas, gastando lo que no teníamos, pillando atajos al estilo del Deportivo de La Coruña, que te dejan en tercera. Y en la ruina.

Aquello no me motivaba ni ganando. Vi en Miribilla un partido de máximo nivel europeo, creo recordar que contra unos rusos. Y recuerdo salir con la doble tristeza de perder, y de ver que aquella ronda estaba por pagar. Y sigue estando por pagar.
Poco a poco, me van llegando sensaciones de que aquel erial que quedó empieza a dar fruto. Que se van pagando las deudas. Que incluso se dan beneficios. Que nos asentamos en la categoría. Que con presupuestos ínfimos se desafía a grandes de Europa que nos cuadruplicar en pasta. Que tenemos profesionales que sacan agua del desierto.

La pasión renacida por el Surne Bilbao Basket Basket
Y que la ilusión ha vuelto, pero no en base a arribistas, sino a unos miles de aficionados que saben de basket, lo sienten y lo viven como cosa propia. Y quise verlo.
Mi vivencia en Miribilla, contra el Gran Canaria, casi 4 veces el presupuesto de plantilla del Bilbao Basket, sábado 5 de abril, 20.45 en Miribilla, fue de sentirse orgulloso de ser de Bilbao.
Aficionados, gente de basket, familias, gente educada pero que sabe empujar a rivales y árbitros, entrenador que no deja despistarse un segundo a jugadores que defienden como panteras, directivos que han acertado con sus decisiones y que, lejos de presumir, parecen ordenanzas acomodando a la gente y pendientes del último detalle.

Mientras se me caía la baba, pensaba que está gente merece crecer más rápido. Pero intuí que no hay mejor crecimiento que el que esté en manos de esta gente, aficionados, directivos, profesionales, que generan este maravilloso hábitat cada 15 días en Miribilla.
En el sitio de aquellas minas sobre las que nació Bilbao.
.- Por Gonzalo Arroita Berenguer, letrado y Urbanista
Buenísimo como siempre, el basket está algo menos vendido al consumismo que otros deportes, y se nota.