Villermoz, de la cola del paro al Muro de Bretaña

Alexis Villermoz era un nombre más de los que engrosan las listas del paro francesas -país donde la tasa de desempleo ronda el 10 %- cuando el mundo del ciclismo vino a su rescate.Luis Miguel Pascual
De eso hace año y medio, tiempo bien aprovechado por este excampeón de Europa de bicicleta de montaña que hoy conquisto el Muro de Bretaña en la octava etapa del Tour de Francia.
Es el segundo ganador en esa cima que solo ha acogido dos metas del Tour, después de que en 2011 se impusiera otro ciclista procedente del cross, el australiano Cadel Evans, que ese año entró de amarillo en los Campos Elíseos.
Villermoz tiene el gesto modesto de quien acaba de llegar. "Soy un aprendiz", afirma el corredor de 27 años y sonrisa partida por los golpes de la vida que no le ha regalado nada y que ahora le tiende la mano en forma de la gloria del Tour.
Cuando hace cuatro días fue tercero en el Muro de Huy ya comprobó que en el Tour nada es fácil. "Creo que entonces esperé mucho y hoy he decidido lanzarme, jugarme el todo por el todo. Total, tampoco tenía nada que perder", relata con un permanente ceceo.
"No me puedo creer que haya ganado, que no hayan salido a por mi", aseguraba nada más cruzar la línea de meta en Bretaña, al otro extremo del país de su Saboya natal, pero el lugar donde hace unos meses logró la segunda victoria de su carrera.
Villermoz no es un ciclista al uso. Ni por su carrera profesional ni por la personal. No se ha formado en un equipo de carretera, no ha superado las etapas para llegar a lo más alto, ni ha conocido la disciplina de una formación. Todo su capital está en sus fuerzas, las mismas que le hicieron tener una gran carrera en el ciclocross y que le abrieron la puerta del AG2R.
Antes había pasado por el efímero Sojasun, que a finales de 2013 desapareció, sin tiempo para que Villermoz encontrara otro equipo. Ante él se habría la perspectiva de la cola del paro.
"Podía hacer dos cosas, buscar trabajo en un banco, ya que tengo un máster en banca y seguros, o perseverar en el ciclismo. ¿Qué hago yo en un banco?", se dijo entonces el ciclista.
Los dirigentes del AG2R apreciaban su potencia pero para entonces su presupuesto ya estaba cerrado. Imposible hacerle un hueco en estos tiempos de penurias de patrocinadores.
La ilusión en la mirada de Villermoz ablandó a Daniel Germond, un empresario de su región que propuso a los dirigentes del equipo ocuparse del salario del joven a condición de que le incluyeran en su plantilla.
"Fue un milagro que me vio llovido del cielo. Entre nosotros nació una amistad enorme. Cuando dudo, tengo alguien a quien poder llamar", asegura.
Aquel gesto le salvó de la cola del paro y, con el tiempo, le llevó al Tour de Francia, carrera que ya corrió con el Sojasun.
En el Muro de Bretaña no dudó en desafiar a los favoritos, en encarar el ataque de Chris Froome y dejar a todo el pelotón para marcharse a por la victoria.
"No es descaro, no se confundan, es que no tengo una gran cultura ciclista. Yo ataco sin saber quien hay a mi lado. No digo que Froome no sea un gran campeón, que lo es, pero yo busco mis oportunidades", señala.
Es el primer francés que gana en este Tour y los micrófonos se le tienden profusamente. Sonríe permanentemente.
"Tengo que seguir siendo humilde, soy un recién llegado a esto del ciclismo en ruta y trato de aprender de los grandes. No es que no tenga confianza en mi, es que soy prudente. No me siento un líder, solo un currante para mis jefes de filas", asegura.
"En un día como hoy pienso en mi padre, que era quien me llevaba a las carreras, quien me hizo amar la bicicleta. Me llevaba al Alpe d'Huez y me trasmitió su pasión. Murió hace tres años, pero yo estoy seguro de que hoy está muy orgulloso.