Volvo tiene problemas graves con dos modelos

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Volvo lo tenía claro: todo eléctrico en 2030. Esa era la gran apuesta de la marca sueca, que incluso anunció hace poco el fin de sus motores diésel. Pero el mercado no siempre responde como se espera, y ahora hay dos modelos clave que podrían convertirse en un dolor de cabeza para la firma de Gotemburgo.
El primero de ellos es el Volvo EX30, un SUV compacto que llegó con fuerza. Ha sido bien recibido por la crítica y los primeros clientes, y su precio lo ha hecho competitivo dentro del segmento eléctrico.

Volvo y otras marcas se han precipitado con la electrificación
Sin embargo, hay un problema de fondo: no hay alternativa térmica o híbrida, y eso limita su alcance a un público muy concreto. ¿Qué pasa si el interés por los eléctricos sigue cayendo como en los últimos meses? Volvo no tiene plan B para ese modelo.
El segundo modelo en cuestión es aún más preocupante: el Volvo EX90. Este SUV grande y familiar representa el buque insignia de la electrificación total de Volvo. Pero todavía no ha llegado a los concesionarios, y todo apunta a que no lo tendrá fácil. Su tamaño, precio y orientación lo hacen menos atractivo en un momento en el que los compradores se vuelven cada vez más prudentes y buscan soluciones más flexibles, como los híbridos enchufables.

Dan marcha atrás, no serán 100% eléctricos en 2030
El problema de Volvo radica en su plataforma 100% eléctrica. A diferencia de otras marcas que apostaron por estructuras multi-energía, los suecos apostaron por arquitecturas exclusivas para coches eléctricos. Esto significa más eficiencia, sí, pero también menos margen de maniobra si el mercado da un giro inesperado.
Ante esta situación, el propio CEO de la marca, Jim Rowan, ha reconocido que la transición será más lenta de lo previsto. Por eso, Volvo ha decidido seguir invirtiendo en híbridos enchufables y microhíbridos (MHEV), pese a su discurso inicial.