La transición hacia la electrificación va mucho más lenta de lo que se esperaba. Son varios los factores los que influyen en las bajas cifras de ventas. Entre ellos destacan los precios que se manejan en el segmento. Y en este contexto, el componente que más encarece estos modelos es la batería, un elemento crucial tanto en coste como en prestaciones.
Conscientes de este desafío, General Motors ha decidido tomar la delantera con una estrategia ambiciosa. En colaboración con LG Energy Solutions, uno de los gigantes del sector energético, el fabricante estadounidense pretende crear una nueva generación de baterías que permita reducir el precio final de sus vehículos eléctricos, sin sacrificar autonomía ni rendimiento.
La clave está en la química. En lugar de seguir apostando por las tradicionales celdas NMC (Níquel, Manganeso y Cobalto), GM y LG desarrollan baterías con una alta proporción de litio y manganeso, lo que permite bajar los costes de producción y, además, simplificar la estructura interna. Estas baterías LMR, con diseño prismático, reducen considerablemente la cantidad de componentes.
A pesar de ser más baratas, las nuevas baterías ofrecerán una autonomía de más de 600 kilómetros, en línea con las mejores opciones del mercado actual. Aunque esta cifra dependerá del tipo de coche y de su tamaño, GM asegura que el objetivo es no renunciar a prestaciones reales para el conductor.
Kurt Kelty, vicepresidente de Propulsión y Sostenibilidad en GM, ha sido tajante: alcanzar la paridad de precios con los coches térmicos es el gran objetivo. Solo así los eléctricos podrán dejar de ser una opción minoritaria y convertirse en una alternativa globalmente viable.
La fabricación correrá a cargo de Ultium Cells, la empresa conjunta entre GM y LG. Las primeras unidades saldrán de plantas situadas en Ohio y Tennessee, con un arranque previsto para 2028 y con Estados Unidos como mercado prioritario.