Las personas obesas presentan un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión

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Sufrir depresión incrementa un 58% la posibilidad de tener obesidad
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El 70% de las decisiones alimentarias no responden a una necesidad real
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Expertos en obesidad abogan por la grasa abdominal, en lugar de IMC
La obesidad no solo es un detonante de enfermedades cardiovasculares, metabólicas o cáncer, sino que también guarda una relación bidireccional con la salud mental, pues dispara un 30% el riesgo de desarrollar un trastorno de ansiedad y un 55% de depresión. De igual forma, el hecho de sufrir depresión incrementa un 58% la posibilidad de tener obesidad.
Con motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra cada 4 de marzo y este año bajo el lema 'Changing Systems. Healthier Lives' ('Sistemas cambiantes. Vidas más sanas'), la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), la Asociación Nacional de Personas que viven con Obesidad (ANPO) y Novo Nordisk han apelado a la necesidad de centrar el foco en el entorno directo del paciente y la sociedad para cambiar su abordaje.
La obesidad aqueja a uno de cada cinco españoles, el 20% de la población adulta, ha recordado en rueda de prensa Albert Lecube, editor de la revista BMI en la Junta directiva de la Seedo y jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Arnau de Vilanova (Lleida).
La obesidad y la relación con la comida
Esta enfermedad crónica es "al final un desequilibrio metabólico" entre calorías ingeridas y gastadas, pero contribuyen muchos factores que "no se limitan solo a una mala alimentación o sedentarismo", ya que los hay genéticos, ambientales, sociales e incluso prenatales, sin olvidar el estigma y el "enfoque simplista" que la rodea, que la perpetúan.
La relación con la comida se establece en la infancia y el 70% de las decisiones alimentarias de una persona no responden a una necesidad real; en las que tienen obesidad, la regulación entre sensación de hambre y saciedad puede estar alterada, haciendo que experimenten más apetito.

El hambre es solo uno de sus síntomas, pero no se manifiesta igual: puede ser homeostática, la que aparece cuando se lleva un tiempo sin comer; la ejecutiva, o decisión consciente de alimentarse independientemente de las necesidades metabólicas o emocionales; y la hedónica o emocional, aquella impulsada por la búsqueda de placer y recompensa que es regulada por la dopamina y que presentan la mitad de las personas con obesidad.
"No es solo lo que comemos, sino el cómo y por qué. No basta con proveer únicamente la alimentación equilibrada y un aumento de actividad física, es también fundamental entender esa relación emocional, y ahí debe proporcionarse un acceso a especialistas de salud mental que sean capaces de interpretar esa relación", ha subrayado el experto.
El apoyo psicológico influye en la pérdida de peso
Tratar los factores emocionales que influyen en la alimentación puede marcar sin duda la diferencia entre el éxito y el fracaso"; de hecho, se estima que las personas con obesidad que, además de cuidar la alimentación y hacer ejercicio, cuentan con apoyo psicológico, reducen su peso hasta un 40% más que las que no lo tienen.
Sin embargo, hoy día solo los pacientes que acaban siendo sometidos a cirugía bariátrica -es decir, un 2%- cuentan con esa atención psicológica, pero porque es imprescindible para disponer del informe favorable a la intervención. Además, "la relación entre obesidad, salud emocional y cardiovascular es cada vez mas evidente", ha recalcado Francisco Pajuelo, director médico de Novo Nordisk España.
Una de cada cinco personas con obesidad acaba sufriendo un ictus o un infarto; dos tercios fallecen por enfermedad cardiovascular y casi el 35% de quienes padecen un evento cardiovascular tienen obesidad en ese momento. A su vez, quienes suman el aislamiento y la soledad tienen un 50% más de riesgo de tener una afección cardiovascular.