El Athletic del Villamarín fue similar al de Vigo o Anoeta (1-0)
Ásís Martín IIIComo ocurriera ante el Celta en dieciseisavos el Athletic deberá tirar de San Mamés y su magia para remontar la eliminatoria copera ante el Betis tras perder en el Benito Villamarín (1-0) con gol de Rubén Castro. Los de Valverde, aún rematando mucho, acumulan ya 195 minutos sin marcar tras completar un partido similar al de Vigo o Anoeta, donde su dominio estéril no sirvió ni siquiera para evitar perder. Es la segunda derrota consecutiva antes del vital choque contra el Almería.
Generalmente lo bucles son un coñazo (con perdón) y en este caso es que casi ofende aunque el árbitro se comió un penalti claro. Los rojiblancos volvieron a desperdiciar todas sus opciones de gol ante un rival que en esta caso es colista y había metido a todos sus suplentes ante una grada medio vacía. Ni por esas ni poniendo muchos hombres de refresco en la alineación logró el Athletic tapar su carencia.
La oportunidad dada a varios aspirantes como Beñat no es que le haya supuesto más que minutos o ritmo, porque no es que haya dejado demasiados piropos con su juego. El navarro Kike Sola, torpón, al menos sufrió un penalti no pitado y dio un poste al final, pero sus 9 goles de Osasuna suenan hoy día casi a leyenda urbana. Habrá que darle tiempo, pero ha perdido toda una vuelta.
El Txingurri mirando al partido del sábado en La Catedral ante el Almería, de presunta victoria obligada tras caer en Anoeta, perfilaba un once lleno de caras nuevas. Hasta 7, por 9 del Betis, eso sí. La de Herrerín estaba confirmada, pero al meta de Basurto se unían hombres como Iraola, San José, Morán, Beñat (que volvía a su antigüa casa) Ibai y, sobre todo, Kike Sola.
La diferencia de interés en la eliminatoria se dejó ver desde el primer momento ya que los leones se fueron arriba como posesos a por el marco de Andersen. Así Gurpegui, que estuvo lentísimo en la ejecución, y Morán tuvieron sendas ocasiones en balones parados para el minuto 3 de juego.
Con un ritmo tremendo que desarbolaba a los andaluces los córners iban cayendo como semigoles. A Gurpe le sacaron un remate bajo palos incluso a los 8 minutos que bien podía haber dado tranquilidad a los vizcaínos. Que de hecho la tenían porque la presión ejercida por los rojiblancos les dejaba pocas opciones de progresar. Tan solo Cedrick con su velocidad enseñaba el colmillo a una defensa bien posicionada.
Guiados con los lógicos dientes de sierra por Erik Morán se buscaba esa capacidad ofensiva que en las últimas jornadas ha dado tanto que hablar. Sola, de vuelta cuatro meses después, tuvo una primera aparición en el 17' tras un buen servicio de Susaeta, y la verdad es que fue cogiendo ritmo pero se le veía con más frescura física que precisión. El de Cascante tiraba buenos desmarques, estaba con ganas, pero su patada a seguir tras una buena jugada personal en el 23' fue digna del mejor Jonny Wilkinson y significativa. Al menos no paró de intentarlo y de sacudir el avispero.
La faena es que el dominio abrumador de los bilbaínos volvía a carecer de peligro. Se sucedían las llegadas, los saques de esquina y los remates, pero quitando un tiro de Ibai despejado a la remanguillé tampoco es que el cancerbero nórdico se viera demasiado exigido. Y ya se sabe que el fútbol, como ocurriera en Balaídos ante un Celta muerto, es muy caprichoso.
Primero en el 33' llegaba el primer susto de la noche con el regalazo de Cedrick que fallaba un servicio de Rubén Castro después de un absurdo pase atrás de Iraola que fue medio gol al dejar vendido a Iago. El portero tuvo que atajar además otro intento de Chuli tras un jugadón individual. Y aunque como esto va por barrios poco después era Mikel San José quien devolvía el favor tirando sin chicha una inmejorable ocasión de gol, las bromas siempre tienen un final y no tiene por qué ser gracioso. Rubén Castro no iba a estar en la línea de rey mago de los demás intervinientes previos e iba a abrir el marcador batiendo de cabeza a un Herrerín que tampoco tuvo muy claro si ir o no ir. Total que tras jugar todo el rato en campo rival 1-0 al borde del descanso, y la misma sensación de mala leche que pudo quedar en tierras pontevedresas o guipuzcoanas.
El segundo tiempo, flojísimo en general, comenzaba sin cambios y con caraja total de los chicos del Txingurri. Tras salvar Balenziaga un nuevo tanto bajo palos por un momento dio sensación que hasta la eliminatoria podía volar porque los leones estaban groggies. Afortunadamente y sin necesidad de tirar del coaching tan de moda el equipo se fue rehaciendo en busca al menos de modificar su pésima racha cara a puerta.
Los cambios iban en ese sentido, con la entrada al campo de Herrera y Muniain, con lo que tiempo después el mediocentro de Igorre y el hijo de 'Herrerita' iban a disputar unos cuantos minutos juntos. Pronto Ander paría un par de grandes pases interiores a Sola quien sufrió un penalti clarísimo por agarrón no señalado. El navarro debió quedar aturdido por el curioso 'criterio' arbitral porque de nuevo en el 62' erraba un mano a mano con Andersen que fue como para tirarse de los pelos.
Pasando el tiempo de forma monocorde tan solo los aplausos a un Beñat al tran-tran despertaron un poco de la modorra que se había instalado la grada. Los sevillanos vivían cómodos ganando un partido que no esperaban y De Marcos, recién salido, era el único que estaba con ganas de rock and roll. Pero tampoco muchas, eh, la segunda mitad se hacía eterna como un tostón de Krzysztof Kieslowski pero sin miga y en el 88' cuando Kike Sola pudo tener un final heróico la pegó al palo para desesperación de Valverde. En el 93', sí el minuto del gol con mano de Rubén Pardo en Anoeta, Verdú la enviaba al larguero. Pero no entró y es que ya un 2-0 hubiera sido peor que ver el capítulo del 'Equipo A' de la Obregón.
Habrá que pensar en batir a los de Francisco Rodríguez y en darle una vuelta al tema ofensivo, en Liga y en Copa, que el miércoles 15 San Mamés se llenará y será una bombonera, seguro. Poder se puede.
Encuentra más vídeos como este en El Desmarque