Expulsados de Lezama, la casa del padre

Porque hay un placer perverso en fusilar sin anestesia a los leones más frágiles del Athletic Club. 'Cedidos' se les llama a los que no son sino una suerte de 'niños de la guerra' del siglo XXII. Regresan a su hogar de Lezama luego de haber vivido en casa de familias humildes pero caritativas. Se sienten, también, como chavales fogueados en 'Colonias' a temporada completa.

Llegan a casa. Pero a 'otra casa'. Porque nadie vive dos veces en la misma casa. Porque la que ven y la que a la fuerza dejaron no son la misma casa. Contemplan un tipo de mansión donde los reyes son los padres, y los padres, los reyes. Demasiado duro asimilarlo aunque todos superen la veintena.

El Athletic, más que entregarlos a una 'escuela de calor', se los quitó de encima como maleza que enturbia el precioso césped de los campos numerados de Lezama. Muchos son los entregados; pocos, en cambio, los que regresan a la 'casa de su padre' 'renovados'.

Convencidos de que convencerán a sus 'padres adoptivos', al verse relegados sin tiempo para el convencimiento, musitan: "¡Ay, qué frío hace en Lezama!".

Expresión muy utilizada por los que del Athletic salieron para defender causas ajenas. Esos que, al volver a la casa de su padre, repiten como un mantra del Txoriherr: "¡Qué frío hace en Lezama!". Y no en Anduva. De calores en Miranda y frío en Bilbao sabe un 'puñao' Iñigo Vicente.

El 'mago de Derio' es un futbolista de una calidad suprema. Todos los que lo han visto jugar para el Athletic en Lezama se deshacen en elogios hasta el ¡basta!... y luego más. Porque más allá de un punto, el halago debilita y empalaga. En su día, en este 'medio' se dijo que "si Iñigo Vicente no se convierte en un futbolista puntero y determinante del primer equipo, Lezama debería cerrar 'por obras' y San Mames, por 'asuntos propios'.

Que un jugador con el talento del media punta de Derio sea expulsado de la 'casa de su padre' es un fracaso escandaloso del Athletic, como Club, y de Lezama, como universidad de la que salgan 'licenciados' con un puesto de trabajo boyante.

Lejos de ello, hay un hombre [¿sólo uno?], que acciona el volquete para aligerar el exceso de la muchachada, para liberarse de un lastre que al entrenador incomoda. No podrá, sin embargo, meter mano allá donde su mano no cabe. Le gustaría, pero no puede.

Todo ello debido a que en el curso pasado se tuvo a bien [o a mal] extender en el tiempo el contrato de, pongamos como ejemplo, Dani García, Mikel Balenziaga y Óscar De Marcos. Tres renovaciones en las que, paradójicamente, tuvo mucho que ver un entrenador que se sabía fuera del Club.

Marcelino García Toral, cual 'Director Deportivo 'Emérito', habló maravillas del lateral zurdo de Zumarraga. Se refirió a Dani García como un "medio centro indispensable". En el caso de Óscar de Marcos, el lateral de Biasteri gozó del privilegio de tener la última palabra sobre la prolongación de su carrera por una temporada más. Ver para creer. O escuchar pata entender.

O leer para caer en la cuenta del ascendente que un técnico que se sabía fuera de Lezama tenía sobre la formación de la plantilla a la que no dirigiría; una escuadra de cuyo entrenador nada se sabía pero todo se esperaba. Alguien, llamémosle el 'señor de los contratos', sobre el folio en blanco al que miraba embobado, permitió que su mano se dejara llevar en lo que parecía un ejercicio de escritura automática.

Cuando a Valverde le toque evaluar y gestionar el plantel que se le ha dado, más allá de las 'ejecuciones sin anestesia' de las que se habló al principio, se topará con tres 'patatas calientes'. En cuanto Mikel Balenziaga Oruesagastu, nos habrá de recordar su 'chirene salida' para defender a un lateral zurdo 'señalado' por la grada: "Balenziaga es una joya: ¡una joya con corona y todo!".

Asunto zanjado para cuando Yuri Berchiche no esté disponible. De Marcos, habiendo dado el ”sí" porque siente que las fuerzas le asisten, sería el mismo Oscar que subía y bajaba su banda derecha sin pausa ni aparente fatiga. El 'papelón' de Dani García son palabras mayores. El medio centro defensivo que de Ipurua llegara forjado a la 'fábrica' de Lezama fue renovado por dos cursos.

Su 'presión' a la directiva aduciendo motivos de edad necesitada de un contrato de dos años [ofertas de fuera no le  faltaban, al parecer], amén de la 'carta de recomendación' de Marcelino, su gran valedor, le procuraron la continuación. ¿Y si Ernesto Valverde no cuenta con él?

Como colofón a este artículo de intenciones, un apunte final sobre el 'caso Ander Capa'...

Desconociendo por qué el Club y el jugador jarrillero no se han entendido para su renovación [este artículo se está escribiendo en la tarde noche del 10 de Julio], atrás nos queda una temporada en blanco. Una situación en la que las tres partes salieron perdiendo. Capa, por no jugar. Y Marcelino y el Athletic, por no haberse fortalecido con el mejor lateral derecho de la plantilla.

Agua pasada no mueve molino. Pero no por ello el molino desaparece. Luego de sus penurias, Ander Capa pone en este artículo lo suyo. "Me gustaría ser el burro del molinero / y que él me pegara y me quisiera / todo menos ser el que va por la vida mirando hacia atrás / y sintiendo pena". ¡Qué pena me da todo!

• Por Kuitxi Pérez, periodista, poeta y exjugador del Club Portugalete