San Mamés y el arte de la prudencia

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El Athletic necesita paz social y ver a San Mamés empujar ante la Roma
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El partido ante los de Ranieri es una final que puede torpedear la temporada
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San Mamés desespera y el Athletic paga los aranceles de Europa
Actualmente en San Mamés, como en casi todo en esta vida, cada uno tiene su opinión y las discrepancias y cualquier tipo de teoría conspiranoica florecen con fuerza. Más allá de eso, la final, que no tiene otro nombre, que el Athletic Club disputa este jueves, en la Catedral, ante la AS Roma de Claudio Ranieri exige si no un consenso total, sí al menos una tregua tras una reflexión bañada de cordura.
Quien más quien menos todo el mundo pide 'ir todos a una', que 'San Mamés sea un infierno', bla bla bla... Y que recuerde a las grandes noches europeas y coperas. Pero para eso, ahora que vuelve el festival 'Letras y Fútbol' del Athletic, es mejor guardar en el cajón 'El arte de la guerra' de Sun Tzu y abrir de par en par 'El arte de la prudencia' de Baltasar Gracián.

Lo que en lenguaje vulgar viene a ser dejarse de comunicados, de lanzarse cantos rodados, de pintadas en baños y de cánticos,... y centrarse en hacer cocina, cuanto más silenciosa mejor, y dejar de ser noticia en el planeta fútbol por hacer el papelón cainita en medio de un partido.
Algo que de repetirse el jueves ante 2.400 italianos puede enterrar la gran ilusión de una temporada histórica: ganar, por fin, un título europeo, la final de la UEFA Europa League, jugando en San Mamés como anfitriones aunque sea cambiándose en el vestuario visitante. "Tenemos una final en San Mamés y hay que aprovecharla", dijo Ernesto Valverde.
Y en toda negociación la primera premisa es saber ceder y conceder algo. Porque si no, es una imposición (sea de A o de B) y está abocada al fracaso.
Ahí la ICHH debe entender que a San Mamés se va, con respeto (máximo también a la figura del presidente Jon Uriarte), a animar al Athletic y a empujar al equipo, que es la razón de ser de la grada. Y la directiva que, pese a números brillantes en lo deportivo y en lo económico, no se puede tener o al menos aparentar desapego y lejanía con los socios, aficionados y peñistas.
Porque tarde o temprano, cuando gire la rueda, por ejemplo que no entre la pelotita, van a ser los primeros en pedir una guillotina en La Bastilla para los monarcas del palco. Antes de llegar a eso mejor tirar de sensatez y que sea la Roma la que se vuelva al Foro con las águilas desplumadas.