¿Qué les movió a enturbiar la noche de Oscar de Marcos en San Mamés?

El 23 de febrero de 2025, un periódico deportivo titulaba: "Del Cerro Grande lo volvió a hacer: todos los errores del arbitro contra el FC Barcelona"... "Líder [campeón] indiscutido a pesar de los errores de Carlos del Cerro Grande y el VAR en la 2024-2025". "El colegiado madrileño ha sido una pesadilla constante para los culés desde la sala VOR, si bien otros de sus colegas, como Figueroa Vázquez y Pizarro Gómez, también hicieron lo suyo para PERJUDICAR al conjunto azulgrana"...

A pesar de ello, el FC Barcelona llegaba a San Mamés con el título de LALIGA EA Sports en la mano. El Villarreal de Marcelino le hizo pasillo en Montjuic. El 'orador de Careñes', frente a un equipo debilitado por los elogios, se llevó los tres puntos en "un estadio que tan sólo estaba para celebraciones". La victoria del equipo groguet le obligaba a los de Ernesto Valverde que hicieran lo propio en Mestalla. Misión cumplida. Título para los catalanes y Champions League para Villarreal y Athletic.

Un Barcelona victimizado por su prepotencia visitaba San Mamés para cerrar la liga en la noche en que De Marcos se despedía del fútbol sobre la hierba. Perdóneme, Óscar, si de inicio me desvío. Es tal mi indignación. Iba todo como la seda cuando, de repente, vencido el partido, el 'gudari' de Laguardia se retiró del campo entre abrazos y ovaciones. González Fuertes saludo al futbolista por empatía. Se va él, me voy yo, nos vamos ambos...

Perdóneme, De Marcos, si sobre lo suyo me quedo callado. Las cosas que necesito decirle las siento en carne propia, porque sobre el suelo sagrado de la Catedral el imperialismo arbitral hizo lo que le dio la gana. Era la noche de Óscar de Marcos; la del Athletic, por tanto. Había sido Lekue el que le había tomado el testigo del último relevo. San Mamés, sutan, on fire. Claro ejemplo de cómo se le saluda a un gigante la noche de su partida. Ay, si todo se hubiera quedado ahí.

Con todo el 'bakalao' vendido. Cerradas por un desborde de emoción todas las tiendas. La última palabra sobre el choque habrían de tenerla Del Cerro Grande, por intrusismo, y González Fuertes, incapaz de hacer oídos sordos y ojos ciegos al dueño del VAR, que necesitaba su porción de protagonismo en un partido de guante blanco. Cuantos penaltis no cobrados, por Dios. Agarrones, placajes, codazos. Obviados. Porque el VAR entra cuando lo decide, cuando le viene en gana, que es lo mismo que cuando le da la gana. Cuando González Fuertes se llevó la mano a la oreja me temía lo peor.

Penalti. San Mamés, vejado. La Catedral, profanada. A cuenta de que, señor Cerro Grande. Y como el árbitro, lacayo de sí mismo, no estaba en condiciones de llevarle la contraria a su superior, un penalti del todo improductivo estaba a punto de convertirse en la última palabra del que en las alturas hilvana y el títere que con tanta maestría maneja.

Maneras de joder. Y entre todas ellas, algo tan burdo y obsceno. Me vino a la memoria la salvaje patada que Carvajal le propinó a Yuri Berchiche en el circo del Bernabéu. Tibia rota. Acción saldada con una tarjeta amarilla escalofriante. Fue tal la agresión, que el VAR debería haber intervenido al entender que la fechoría era merecedora de una cartulina roja de libro.

En coyuntura festiva semejante, al no sancionar ninguna pena el árbitro de campo, el señor del VAR no se debería haber metido donde nadie le había llamado, y si, haberse sumado a una fiesta en la que todo@s estábamos invitad@s. Un FC Barcelona que se había reservado para San Mamés el fútbol victorioso que no quiso utilizar ante el grupo fiel del "orador de Careñes". Hiperexcitados los blaugranas".

Tras la decepción provocada por 'el caso Djaló', una cuenta, para mí, saldada, sólo tenía ojos para Maroan Sannadi. Y oídos, para Imanol de la Sota y Joseba Núñez, que nos pedían un tiempo a fin de que la Epifanía del 'Elefante africano''.

Manifestación, Aparición, Revelación. El tiempo suficiente para verificar su valía. Más allá de su físico portentoso... "tenemos un futbolista con una técnica depurada; una delicia ver cómo se asocia con sus compañeros en el juego curativo de la espera".

Javi Martón necesitó el balón y un portero a la espera para salir de Lezama por la puerta grande. Me gustaría perderme en alabanzas sobre Sannadi. Entender a Valverde. Fue llegar el ariete de Vitoria-Gasteiz y señalarle a Guruzeta un banquillo en el que ver los partidos sentado.

Perdóneme, Óscar de Marcos, si me he quedado callado.

Sucede que la obscenidad de entrar al partido desde una sala me enervó tanto como a Juan Elejalde, que se despachó a gusto al final de la partida. Hago mias sus palabras, señor Elejalde. Porque sólo los niños, los borrachos y los forofos encierran un gran trozo de verdad en su discurso. Me aconsejan que no utilice palabras feas.

Del Cerro, González, por qué lo hicisteis. Un penalti fuera de contexto que engordó el ego de un alemán que viste con un jersey pobre de un hombre rico. Prenda que, a pesar de su holgura, no puede disimular su tripa bien ganada luego de noches apoyado en la barra de tanto templo cervecero.

Perdóneme, Óscar de Marcos. Un poco de tiempo necesito. Nada más.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista