Enganchada mi vida a la suerte del Athletic, preciso terapia de choque

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Ni fumo ni bebo, sólo vivo enganchado a la suerte del Athletic.
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Hugo Duro y la afición del Athletic acabaron en Mestalla cantando el "siu" de Cristiano Ronaldo
En Mestalla. Campo hostil. El Athletic Club comparece para vengar dos derrotas consecutivas. Que a la tercera sea la vencida. En ello me va la tristeza o la alegría. Poco le queda ya al que, como yo, vive más en sueños que despierto. Sin adicciones de las que 'quitarme'. Ni fumo ni bebo. Sólo enganchado a la suerte del Athletic. Podría hacer terapia de choque. Demasiado tarde. Nadie me garantiza nada. O será que, en el fondo, allá donde el alma, se me dice que no quiero.
Sean las leonas de Lerga, o los hombres de Ernesto Valverde. Ellas que, por debajo en el marcador, y en inferioridad numérica, cuajaron una segunda mitad muy interesante rematada con el gol del empate.
La hora del Athletic. En la noche oscura del alma.
Un pantalón fuera de tono no fue impedimento para que los muchachos de Valverde, encarnados en la figura sería de Jon Aspiazu, le dieran un serio repaso al Valencia CF de Carlos Corberán. Apellido de frigorífico en la escala más alta, donde al frío le responde su afición con un sonido inquietante de viento. No es para menos. Los leones están cuajando una primera mitad soberbia.

Nunca un equipo había mostrado tanta superioridad en campo ajeno. Suyo el balón. Excelente juego combinatorio. Galaxy y Jauregizar. En esta ocasión, sí. A ambos "les corre el balón". Facilitando la unión entre la defensa y los cuatro de arriba.
El Athletic llega. Alcanza el área rival y lo asedia. Se intuye el gol. En cualquier momento. Situaciones ventajosas. Habría que liquidar el partido cuanto antes. Nos falta, sin embargo, el día y el don de Iñaki Williams, de Robert Navarro, de Berenguer, de Sancet, qué sé yo. Quizás si Julen Agirrezabala perdiera la concentración y comenzara la cuenta de los últimos seis goles recibidos.

Sin colmillo, el león atrapa, pero no es depredador. Cuando reparé en el ángulo superior izquierdo de la pantalla y me hice cargo del minuto 40', asumí que tanto tiempo desperdiciado no era cosa buena. "La vida es eterna en cinco minutos", pero no en cuarenta y cinco.
Sequía goleadora en una tierra cruelmente castigada por un cielo que no sabía lo que hacía. No sobra el tiempo. Se trata de encajarle a Julen Agirrezabala el primer gol, y, de seguido, el segundo. Matar el partido. Que a la tercera sea la vencida. El Athletic nos dice que, Sí, con su juego. Se trata de cumplir las promesas.

Es ya el 72' cuando el panorama se tuerce. El Athletic y la fuerza del sino, del destino, de asumir, aunque tanto duela, que ha llegado la hora del "No". Cuando a Dani Vivian lo aniquilan. Y en un córner provocado por el recién llegado Aymeric Laporte, Iñaki Williams, desidia, negligencia, prevaricación, permite lo que nos tiene acostumbrados a prohibir.
El balón es suyo. Pero no lo ataca. Se inhibe. Testarazo a huevo. El Valencia por delante. Sabiendo lo que es sentirse esclavizado por el amo del partido, no está dispuesto a ceder. Y no lo hará. Es su momento. Está en su estadio. Jaleado por una afición que hasta el gol lo había denostado.

Este es el Athletic que nos recuerda Jose Iragorri', Hoss, desde lo eterno, "en superioridad no gana y con uno menos, pierde". Es el destino. Por qué rebelarse a lo que escrito está. El Athletic y la fuerza del si-no. Cuando no es capaz de marcar. Y el Valencia le niega hasta el empate con un segundo gol en las postrimerías. Hundido estoy. Ojalá no me importara tanto el Athletic.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista
2 coches estrellados a las 2 y 4 am. Contigo hallando.... No nos jodas