El Athletic se suelta la melena en Champions para fastidio de cenizos y agonías de San Mamés

Qarabag. Azerbaiyán. Azeri. Azeria olioa jaten baino pozago dago. "El zorro está más contento que comiéndose una gallina". Gurban Gurbanov. Viejo zorro del fútbol de Azerbaiyán. Diecisiete temporadas como futbolista. Otras tantas, dirigiendo al Qarabag FK, equipo que lidera la Premier de este país mecido por las olas del mar Caspio. Feliz. Un hombre feliz. Razones no le faltan. Con dos victorias en Champions League, seis puntos, se presentaba en San Mamés ante el Athletic Club de Ernesto Valverde en la jornada de los goles y expulsiones. Dejemos que repose su buen ánimo hasta que le llegue la hora de rendir cuentas en la sala de prensa 'Jose Iragorri'.

Fue finalizar el partido y tentar a la suerte. Si salía cara, la vida; si cruz, la muerte. Podría haber evitado la ruleta rusa que supone mover el dial de la radio hacia uno de sus extremos. Mi condición de periodista, sin embargo, me forzaba a escuchar las impresiones que el partido había causado en dos de los 'analistas' de una emisora que tiene en el Athletic su escudo y su bandera. Tras un partido "muy vistoso para los aficionados", al gusto del entrenador derrotado, me llegó de seguido el rechinar de dientes.

Confieso que, luego del empate por manifiesta inferioridad en el inmenso Martínez Valero, gocé de tal suerte que gocé cual nunca cuando la sentencia del [3 - 1] leyó feliz, contento, el marcador que se había visto obligado a encender el gol visitante antes del primer minuto. Un saque de banda. Laporte y Aitor. Dos paredes. "Camarada" Unai Simón, "que en la Catedral lo fusilaron".

Acostumbrado a la ley de Murphy, me quedé a la espera de la remontada. Por entonces, tan temprano, y ya había gente con el dardo de su palabra cargado. Me pregunto el por qué tratándose de gente ilustrada y tendente a mirar al Athletic con las gafas que usan l@s forof@s.

Las palabras, de una dureza cruel y humillante, no consiguieron frenar mi descenso hacia el patio de la alegría. Consciente de lo que había visto sobre el verde de San Mamés, todo eran imágenes y recuerdos de una infancia feliz que los leones se empeñaban en que pasaran una y otra vez por mi corazón.

El fútbol. El fútbol es así. Y, en especial, de los jugadores cuando los que los adiestran deciden echarse a un lado para que sean sus pupilos los que digan dónde, cómo, cuándo, con quién, o entre cuántos, y guarden silencio si se les pregunta por qué. Y es que si se trata de explicar lo que vemos y nos hace felices es que no hemos entendido nada.

Y a estas alturas. Por dios, aunque no existas, dígase claro y alto: "El fútbol no es de los entrenadores, sino de los futbolistas y, sobre todo, de nosotros, los que antaño lo fuimos y a día de hoy tanto lo necesitamos. De ahí que, reinando el consenso entre Gurbanov y Valverde, "veloz, gran rival que nos ha  obligado a jugar bajo presión durante noventa minutos", halagos del 'zorro azeri'; "hemos hecho un buen partido, contento por la victoria y por el juego", se congratula Txingurri, el gasteiztarra que se dedica a fotografiar con disimulo a los leones.

Feliz yo. Ha llegado la hora de mojarme. Porque así como "de lo fétido de la vida saca almíbar la fruta y colores la flor", de un caos aparente o subjetivo, e incluso de una nada que no existe, en el reto entre dos clases en el "patio del colegio", así como un día Sarabia en los Hermanos de la Salle de Sestao, Alejandro Rego nos da un recital: "mi juego es un surtidor que da un fútbol de coral". Mikel Jauregizar se agiganta sin saber hasta dónde y cuándo sus virtudes. Yuri Berchiche y el clavo ardiendo al que se aferra y no se quema.

Alex Berenguer, aquí, ahí, allá, mirarte, verte, disfrutarte. Oihan Sancet Tirapu, un ciervo que se recupera buscando amparo en su propia selva. Y por encima de todos, porque fue capaz de elevarse más alto que nadie, Guruzeta. Le llamaron "el desaparecido". Se equivocan, también, los que le sienten "renacido".

Nunca se fue. Tenía daño. The healing game. El juego curativo. Jauregizar lo vio corriendo por un descampado y le envío el esférico para que le hiciera la pelota a Kochalski, un portero  polaco recién llegado al Qarabag al que no le gusta que le llamen extranjero... "porque el cielo no cambia cuando cambia una bandera".

Tuvo que esperar Gorka a que Yuri saboteara un envío antes de su explosión para que fuera coronado rey león entre toda la manada. El asma sobre la hierba fría. No el suyo. El de la pelota. Apego al césped que acaricia el poste que lo saluda mientras el [3-1] era iluminado por las luciérnagas que las cámaras de Movistar despertaron.

La Catedral había recuperado el Rego...cijo, a buen recaudo en el banquillo luego de haber acaparado todo tipo de elogios por los señores de la tele. Fue pitar Igor Pajac el final del partido y, mientras recordaba la ofrenda floral a Pitxitxi, caí en la tentación de los periodistas que pretenden atar todos los cabos. La radio. El dial. Tengo miedo, ay de mi, de qué estas palabras verdaderas sean...

¿De verdad se merece el Athletic Club tantos palos por este partido de Champions League?

"Partido de patio de colegio... Desastre total... Sólo el tesorero tiene motivos para estar contento... De colegio, sí, y vamos cambiando de portero... Solteros contra casados... Gordos y flacos... Cero para el árbitro... Simón no ha estado bien en el gol... Estoy de acuerdo contigo".... Quién eres tú... quién soy yo... “El partido ha sido de Segunda Preferente [sic]... Un caos... En Lezama tienen trabajo... Valverde, desquiciado con su cuaderno de notas... Un poema su cara... Horroroso partido... Apropiado para los resultadistas"...

Ya en la explanada, le di continuación al 'pasacalles', porque me falta malicia para llamarle "correcalles" a "un partido muy vistoso para la afición frente a un gran rival, en un escenario de lujo, donde hemos bregado bajo presión durante casi cien minutos.

El Athletic: el equipo que con más velocidad y frecuencia nos ha atacado hasta la fecha". Gurban Gurbanov: perdónalos... porque todo aquel que os ha ofendido no era consciente del daño que os estaba causando.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista