Encefalograma plano: hagan algo

El Cádiz CF perdió contra otro rival directo, en este caso el CA Osasuna. Y lo malo no es perder, que lo es, sino hacerlo dando una sensación de impotencia absoluta. Ni fue seguro en defensa ni tuvo la menor opción en ataque. Un despropósito que debe ser cortado cuanto antes.

Bajo la lluvia, el Cádiz afrontaba otro partido marcado por las bajas. En la punta del ataque estaba Rubén Sobrino y se echaba mucho de menos al Choco Lozano. Fali era el improvisado lateral derecho y en los primeros minutos ninguno de los dos equipos parecía imponerse.

Poco a poco fueron los pamplonicas los que empezaron a tomar el mando. El Cádiz se había acercado en los primeros compases del choque a balón parado, pero sin acierto. Los locales empezaron a meter atrás al Cádiz a base de pases en diagonal y muchos centros buscando a sus dos delanteros: Budimir y Kike.

Cuando el Cádiz la recuperaba no era capaz de llegar con peligro por la falta de acierto de muchos de sus hombres. La falta de calidad era un déficit incluso jugando con muchos espacios por delante.

Y en demasiadas ocasiones abusaba de pelotazos que no iban a ninguna parte porque no había ningún jugador capaz de bajar la pelota. Osasuna sí era capaz de hilar jugadas y Ledesma se lucía con una buena parada a un cabezazo de Budimir al filo de la media hora.

Era un partido para ir a ganarlo por la situación clasificatoria, pero no era capaz casi ni de cruzar del centro del campo. Una enorme sensación de importencia y de inferioridad contra un rival que venía de estar sin ganar durante muchas jornadas. Y llegó el primero en el minuto 37, con un remate de Budimir a centro de Kike en una jugada de despistes en la defensa cadista.

Las sensaciones eran espantosas y la segunda parte comenzó con otro mazazo. En una jugada en la que la defensa fue incapaz de despejar un balón y llegó un tanto de rebote por medio de Barja. Marcar dos goles para el Cádiz era una quimera y tenía 40 minutos por delante para, al menos, dar la cara.

Cervera metía a Alejo y a Andone, pero el equipo estaba descosido. No tenía ninguna capacidad de reacción y parecía más cerca el tercer gol que el de la esperanza. El primer tiro a puerta de los amarillos llegó en el minuto 70 con un cabezazo del rumano.

El final sólo sirvió para que los cadistas se encendieran pensando en lo dura que se hará lo que queda de campaña si el club no es capaz de acertar con las decisiones que debe tomar en enero.