Lucas salva el honor en Vigo
El Deportivo visitó Balaídos con la intención de dar una mínima alegría a una afición harta tras sufrir en sus propias carnes una temporada para el olvido. Al equipo se le exigía orgullo, dignidad, concentración y entrega, lo mínimo en una situación tan complicada como la actual, pero ni siquiera en O Noso Derbi el cuadro coruñés logró camuflar su horrorosa campaña. Solo Lucas Pérez in extremis salvó la papeleta en Vigo.
Seedorf apostó por su característico 4-4-2 en combo, en el que Guilherme actuó como mediocentro, Borges escorado a la izquierda, Krohn-Dehli a la derecha y Emre Çolak hizo las veces de mediapunta. En lugar de mantener la apuesta por Borja Valle, se decantó por Adrián López, el capitán desde que el neerlandés se hizo cargo de la primera plantilla.
El encuentro se inició con el guión esperado: el Celta llevando la iniciativa con la pelota y el Deportivo esperando un contragolpe para hacer daño al espacio al rival. Lo que también parecía plausible, por habitual durante la temporada, era cometer alguna pifia que tuviese reflejo en el marcador, y así sucedió: solo habían transcurrido 13 minutos cuando Rubén Martínez cometió un error imperdonable en una salida mal medida y poco decidida para despejar una pelota en el corazón del área. El despeje, que a la postre no lo fue, acabó en gol local merced a un testarazo sin fuerza de Maxi Gómez.
Al cuadro blanquiazul le costó lo indecible tomarle el pulso al partido. Tanto es así que el Celta estuvo a punto de anotar el segundo gol de la tarde en un nuevo fallo grosero herculino. Çolak, presionado, cruzó una pelota inocente hacia la frontal, que recogió Maxi Gómez libre de marca. En el mano a mano frente a Rubén, el punta uruguayo disparó contra el cuerpo del arquero de Coristanco.
La mejor oportunidad en el primer tiempo para los hombres de Clarence Seedorf la disfrutó Guilherme. El pivote brasileño enganchó la pelota botando en la frontal y su zapatazo, bien dirigido, obligó a estirarse a Sergio, muy fiable en la meta celeste en las últimas jornadas. Esa fue toda la presencia ofensiva del equipo visitante en los primeros 45 minutos.
La segunda mitad se inició con un cambio, el de Valverde en el lugar de Çolak. La entrada del centrocampista charrúa sirvió para adelantar unos metros a Krohn-Dehli, reubicado como enganche.
Obligado a dar un paso al frente, el Deportivo manejó con habitualidad la posesión de la pelota, incentivado también por el deseo celeste de conversar la renta adquirida y dar la puntilla a la carrera. En cuestión de minutos, Krohn-Dehli enviaría un cabezazo algo desviado por encima de la meta del Celta y Pione Sisto asustaría a Rubén con un latigazo desde el balón del área.
Para tratar de agitar un poco más la contienda, Seedorf miró a su derecha y encontró a Borja Valle. El berciano reemplazó a un desaparecido Adrián López segundos antes de que Unzué retirase a Maxi Gómez. Boyé saltó al césped en la plaza del goleador uruguayo.
El duelo entró en una fase carente de ritmo. Los dos equipos parecían conformar con el resultado, triste para los coruñeses y suficiente para los vigueses. Sin ambición, los minutos se consumieron uno detrás de otro con un único sobresalto: un gol bien anulado a Wass por fuera de juego.
Cuando el tiempo parecía terminar de consumirse, Lucas se fabricó el gol del empate. El '7' recogió el esférico en el área y fusiló a Sergio a dos metros de distancia. El resultado no alivia, pero permite salvar el honor. Menos es nada.
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