Demasiado 'Tiqui taca' y poco 'Rock and Roll'
La derrota del Deportivo reabre viejas heridas que parecían superadas después de un arranque liguero insuficiente. Tras 15 jornadas, los blanquiazules suman 26 puntos con la sensación de que no es capaz de seguir el ritmo de la parte alta de la tabla. Como un coche de segunda mano, con menos marchas de las que gustaría y un juego que no termina de enganchar a nadie, los herculinos vuelven a quedarse varados a varios metros del objetivo.
Decía Pep Guardiola que odiaba el ‘Tiqui taca’. Al menos, la definición que él mismo tenía de un juego del que se quería alejar. Del que no quería hacer partícipe al verdadero juego de posición. Pasar el balón de lado a lado sin un sentido ni rigor. Sin capacidad para batir líneas ni amenazar al rival. Pues bien, el Deportivo va camino de parecerse más a aquello que el catalán odiaba que a una versión que le acerque al ascenso.
Porque si algo le faltó al Deportivo en Badajoz, y se ha convertido en una carencia mucho tiempo, es rock and roll. De aquel que defendió a ultranza Jurgen Klopp y que sirvió para conquistar Europa. Si bien es cierto que reducir el mundo del fútbol a dos términos es tan injusto como irreal, de donde no se escapa nadie es que el cuadro blanquiazul se aleja de un juego que le acerque a competir con los mejores domingo tras domingo. Y no con los mejores de Europa, sino con los mejores de la categoría de bronce. Y eso es durísimo. Porque esto es fútbol y el escudo deja de asustar cuando la pelota rueda. O cuando, al séptimo pase horizontal, cualquier basculación es suficiente para frenar un plan de partido.
Cuando por fin parece que el equipo carbura, una pieza se descoloca y todo se viene abajo. La máquina ha vuelto a perder posiciones en una carrera trucada. No se puede ganar.
El Deportivo, atascado en un bucle del que no puede salir
Decía Óscar Cano tras el encuentro que no había reconocido a su equipo. Es verdad, el nazarí quiere un equipo mucho más pasional, vertical y amenazante. Pero, a fin de cuentas, fue la falta de un plan B lo que llevó al Deportivo -otra vez- a atascarse en la misma secuencia de pases. Infrautilizando a dos centrales con una exquisita salida de balón que ahora parecen necesitar tres niñeras para escoltarles. Por si la pierden. Y fiando todo a una carrera larga de los laterales, que se han convertido en el eje central de los ataques. Pese a no ser los jugadores de mayor calidad sobre los que sí debería circular la conversación principal.
En el fútbol de barro el Deportivo quiere seguir impoluto. Limpio, sin manchas ni descosidos. Con excepciones. Porque sería injusto creer que esto es un tema individual. Pero mientras los rivales optan por la pragmática ganadora, en A Coruña se sigue creyendo ciegamente en un estilo para el que no siempre se está preparado. Aunando todos los problemas del juego de posición y de posesión, ineficaz cuando no aparecen los espacios y la plantilla carece de suficiente calidad para resolver de manera individual. Porque, aunque Mario y Quiles son jugadores excelentes, el juego de un equipo no puede fiarse a un único destello.
‘Viajar juntos’ es uno de los conceptos principales del juego de posición, pero en esta carrera de 11 contra 11, el Deportivo parece ser siempre el que se deja parte del batallón por el camino. O bien por la excesiva distancia entre líneas, algo que ya adolecía Borja Jiménez; o porque existe una descompensación entre organización y primeros pases respecto a la fase de finalización. Porque cuando el pasador levanta la cabeza, no siempre ve opciones en el área para encontrar un rematador o un llegador. Y eso, incluso los días que se juega muy bien, se castiga con una falta de gol inusitada en un equipo que aspira a ganar la Primera Federación.
La de Badajoz es una de esas derrotas que marca y duele. Decía Olabe que para aprender. Que sea así, porque la realidad es que a siete de diciembre, el Deportivo vuelve a dar dos pasos hacia atrás para alcanzar el ascenso. Que debe llegar de la forma que sea.