Mucho ruido y pocos goles
Las batallas entre hinchas violentos, las huelgas y protestas sindicales y los asesinatos terroristas están eclipsando la Eurocopa, un escaparate para mostrar a Francia con sus mejores galas que ha registrado en la primera semana de torneo 29 goles y 323 detenciones por disturbios al calor del fútbol.Javier Albisu
Ni la meteorología se alía con Francia, que está a punto de cerrar la primavera más fría y lluviosa que se recuerda en el país más turístico del mundo, donde los sucesos extradeportivos roban protagonismo al deporte rey.
Superada la conmoción inicial de los atentados yihadistas del pasado 13 de noviembre en París, una serie de ataques simultáneos con 130 muertos que se iniciaron en los aledaños del estadio de Saint Denis donde Francia y Alemania disputaban un partido amistoso, las miradas se centraron en el fútbol.
¿Sería Francia capaz de garantizar la seguridad en un torneo en el que se esperan unos 1,5 millones de visitantes extranjeros? ¿Debía anularse la competición tras las sangrientas matanzas del Estado Islámico en la capital a solo medio año de su inicio?
Para las autoridades francesas, esas preguntas nunca estuvieron encima de la mesa: cancelar la Eurocopa sería conceder una victoria al terrorismo. Impensable.
El presidente del comité organizador de la competición, en la que se han invertido 1.700 millones de euros en infraestructuras, Jacques Lambert, se apresuró a decir que alterarla, suspendiéndola o celebrando incluso algunos partidos a puerta cerrada, sería "reconocer que los que nos atacan tienen razón al hacerlo".
"La seguridad será el mayor desafío de la Eurocopa 2016. Lo era en nuestra candidatura, todavía más tras los atentados de enero -contra la revista 'Charlie Hebdo' y un supermercado judío- y aún más ahora (...). El nivel de seguridad de los equipos será máximo", declaró Lambert solo dos días después de los atentados yihadistas.
La seguridad se convirtió así en la prioridad, con la amenaza terrorista como gran preocupación pero sin olvidarse de los aficionados violentos o de las eventuales avalanchas humanas en estadios o medios de transporte.
Pero a orillas de la primavera, el Gobierno socialista se encontró con un nuevo desafío: las protestas contra la improvisada reforma laboral.
Con escaso apoyo parlamentario y sindical, el Ejecutivo inició una modificación del código laboral que abonó el terreno para que germinasen protestas sociales. Estas arrancaron el 9 de marzo, lo que parecía dejaba margen para calmar los ánimos antes de la inauguración de la Eurocopa el 10 de junio con un duelo entre Francia y Rumanía.
Pero las protestas se radicalizaron y tomaron una relevancia inesperada en sectores como el transporte público o la recogida de basuras, que no cesaba a medida que se acercaba el inicio de la competición.
El impacto de los huelguistas en el torneo finalmente fue menor de lo esperado, a pesar de los disturbios en la manifestación del pasado martes, con 58 personas arrestadas por altercados, con 29 policías y 11 manifestantes heridos. Pero aparecieron los "hooligans".
Grupos violentos de seguidores rusos y aficionados ingleses se enfrentaron durante varios días en Marsella, con una batalla campal el pasado sábado que se saldó con 35 heridos, cuatro de ellos graves y uno en estado crítico.
Mientras la opinión pública todavía se cuestionaba si el dispositivo de seguridad desplegado había sido el adecuado y las autoridades francesas, en bloque, defendían su gestión, una nueva nota negra oscurecía el país en el que se celebra la Eurocopa.
Un lobo solitario inspirado por el Estado Islámico asesinaba el pasado lunes en su domicilio a unos 50 kilómetros al noroeste de París a una pareja de policías delante de su hijo, de 3 años y al que la policía rescató ileso, aunque catatónico.
El zarpazo islamista, perpetrado por un francés de 25 años que había cumplido tres años de cárcel por yihadismo, volvía a sobrecoger al mundo del fútbol y, especialmente, a la sociedad francesa.
Las preguntas sobre la seguridad regresaban a las salas de prensa y la campeona del mundo, Alemania, echaba un capote a Francia cuando los periodistas interrogaron ayer sobre fútbol y terrorismo a su seleccionador, Joachim Löw, y al centrocampista Sami Khedira, presentes en el Estadio de Francia aquel trágico 13 de noviembre.
"Lo hemos digerido", dijo el futbolista. "Me siento seguro en Francia", sentenció Löw, técnico de la gran favorita para alzarse con el título continental el próximo 10 de julio.