Se llama Emmanuel y él os salvará
Qué locura. Otro final de infarto del Levante UD que, con un gol en el último suspiro de Emmanuel Boateng, cazó tres puntos (1-0) que le acercan muchísimo a la permanencia, abrazando la Primera División, plantándole un buen beso en los morros a la máxima categoría. El conjunto granota hizo un primer tiempo para olvidar y mejoró tras pasar por el vestuario. Tuvo algunas ocasiones para anotar pero sin hacer un fútbol para rasgarse las vestiduras, lo que parecía enviar el partido hacia un empate inevitable. Pero en Orriols siempre pasan cosas y, como en sus últimas comparecencias, el Levante UD, siempre entregado a su fe inquebrantable... lo volvió a hacer. 'Manolito', tan criticado, muchas veces con razón, apareció en plan salvador para estrellar la pelota contra la red. Un gol con aroma de salvación. Todo lo contrario que el Málaga, que ya es equipo de la Liga 1|2|3.
El primer tiempo no pasará a los anales del fútbol, ni el del Málaga ni, por supuesto, el del Levante, que hizo los peores minutos que se le recuerdan en la era Paco López. Y tampoco hay que echar la vista muy atrás. Sus ataques perdían fuelle cuando alcanzaban los tres cuartos de campo y morían en la frontal del área y una desconexión total con Roger y Boateng convertía en misión imposible que el 1-0 pudiese subir al marcador. Los andaluces, sin embargo, sí que tuvieron alguna aproximación que obligó a Oier a emplearse a fondo o en la que el balón a punto estuvo de coger portería. Fue lo que sucedió en el 18' cuando Lestienne la puso en el corazón del área e Ideye cabeceó para que atajase el meta azulgrana.
El conjunto de Orriols intentaba dominar por el centro y, a falta de ataque por los flancos, Ivi se descolgaba por el centro para acompañar a Campaña en la creación y en la búsqueda de un hueco por donde filtrar un buen pase a los delanteros. Al poco de arrancar el encuentro, el madrileño lo intentó tirándose una pared con Campaña pero su disparo se marchó demasiado elevado. Si el Levante, como se veía, intentaba colarse por el pasillo interior, el Málaga tenía claro que debía buscarle las cosquillas a su oponente por los costados, ya fuese con Rolán caido a la izquierda o con el mencionado Lestienne metiendo parábolas en el meollo. En el ecuador del primer tiempo, de nuevo el belga la colgó hacia adentro y Cabaco se cruzó providencial para evitar el remate de Ideye. Al poco, Chory recogió un rechace en el vértice del área y, con un tremendo zurdazo, provocó la estirada de Oier para evitar el 0-1.
Pese a todo, la mejor ocasión para la escuadra de La Rosaleda llegó a la media hora y en un saque de esquina. Rosales sirvió y, como si naciera del punto de penalti, surgió Ignasi Miquel para cabecear picada. Oier giró el cuello hacia su derecha en cámara lenta, lo suficiente para ver cómo el balón pasó rozando la madera. El central malaguista juraba en arameo, tan necesitado su equipo de un golpe de efecto de tal calibre. Fue la última jugada reseñable del primer tiempo con un Levante que dejó bastante fríos a todos los presentes si es que, como se presumía y mandaba la lógica, la intención era enviar definitivamente a la lona a los de José González. No para descenderlos, sino para abrir brecha con el Deportivo.
El segundo tiempo tomó un cariz diferente, con un Málaga totalmente entregado y un Levante asumiendo el doble rol de equipo local y del que podía dejar atado el 90% de la permanencia si sumaba los tres puntos. No es que tuviese ninguna oportunidad de escándalo, de las que le cortasen la respiración ni a Roberto ni a los tres aficionados blanquiazules que se aposentaban bien anchos en la zona visitante. Pero, en honor a la verdad, mejoró bastante respeto a los primeros 45 minutos y el zapatazo de Campaña nada más reingresar en el verde fue una declaración de intenciones. Eso sí, el meta visitante la atajó.
Las mejores ocasiones del Levante en este segundo período llegaron como le suelen hacer daño a él: con los centros colgados al área pizarra mediante y que por poco no encontraron rematador. En primer término, fue Campaña el que la envió al área, cayendo a plomo, tras ejecutar una falta muy lejana y, más que peinar la pelota, fue el esférico el que peinó el flequillo de Coke, que ni siquiera llegó a rematar. Poco después, fue Boateng el que muy inteligente sorteó a la zaga por arriba con un envio y Roger llegó justo para pincharla por encima del arquero pero ya no pudo evitar que el balón se marchase por línea de fondo. Al minuto, se cantó el gol tras un saque desde el banderín que Ideye, en el intento por despejar, cabeceó hacia atrás al larguero.
Quedaba claro que, si había alguien que estaba haciendo algún merecimiento, no mucho tampoco, para adelantarse, ése era el equipo granota. Otro balón largo metido con mucha intención por Postigo hacia las cercanías de Roberto parecía ser la última aproximación de los locales aunque de nuevo Roger no metió la puntita lo suficiente. El reloj ya señalaba el 93 y, sin embargo, con mayor o menor brillantez, con acierto o sin él, el Levante de Paco López siempre vive abrazado a la fe. Y claro, Coke es uno de los que profesa con mayor fe esta religión. El lateral se marchó hacia adentro y colgó hacia un Lukic que, apurando la línea de fondo, dio el pase de la muerte hacia Boateng que, entrando con todo, hizo estallar de jolgorio el Ciutat de València. El ghanés marcó el 1-0, desgraciadamente para el Málaga lo enviaba a la categoría de plata y abría de nuevo la brecha de siete puntos con el Deportivo.