El Levante devuelve el color al Ciutat ante un Valencia en blanco y negro
El derbi valenciano ha regresado a Orriols más de un año después, y es que Levante UD y Valencia CF se han visto las caras en esta noche de viernes en el Ciutat de València. Se notaba que había ganas de partido, de esa fiesta que siempre conllevan estos duelos entre quipos de la misma ciudad, aunque lo cierto es que lo de hoy no ha sido para nada comparable a lo de otras temporadas.
La hora de partido se acercaba y algunos aficionados, principalmente jóvenes o familias con niños y niñas, se acercaban al Ciutat de València para apoyar a sus respectivos equipos. La afición del Valencia CF no ha fallado, de hecho, eran mayoría en un territorio que no les pertenece. Los granotas, sin embargo, han apurado más el tiempo, centrándose en esperar al autobús de su equipo.
Pese a la acumulación de personas en la puerta del feudo levantinista, el ambiente estaba calmado. Nadie cantaba, nadie gritaba. El Levante se sabía con la necesidad de volver a sumar tres puntos en casa, ganar por primera vez a los ché con Paco López en el banquillo. Los blanquinegros, por su parte, sí que necesitaban con urgencia los tres puntos si no querían que los azulgranas los continuaran viendo por el espejo retrovisor. Sin embargo, lo cierto es que el silencio duró más bien poco.
Los aficionados de Mestalla comenzaron a corear el nombre de su equipo, y la reacción de los locales no se hizo esperar, gritando el del suyo. Por otra parte, los cánticos fueron volviéndose más jocosos con el paso de los minutos. Tanto fue así, que las pullas no tardaron en salir. Del "es un choto el que no bote" al "a Segunda, oé", pasando por el "es de los chinos, Valencia es de los chinos". Aun así, el buen ambiente reinó en todo momento, y ambas aficiones disfrutaron mientras esperaban recibir a sus jugadores.
El primero en llegar fue el Levante, y lo cierto es que los cánticos rivales, así como los abucheos, se hicieron de notar más que el apoyo. Al contrario sucedió lo mismo. Una vez entraron los jugadores al estadio, los aficionados que se habían acercado a Orriols se marcharon a ver el partido. Los periodistas, por nuestra parte, nos dispusimos a entrar en el Ciutat. El ambiente, de nuevo, era frío para ser un derbi.
El silencio en el estadio se notaba más que nunca, un partido de este calibre nunca será lo mismo con las gradas vacías. Por suerte, el juego de luces, que tanto gusta en el nuevo Ciutat, y el repertorio musical, animaron la espera. Sin embargo, nada como los cánticos de los aficionados, donde se entremezclan la sana rivalidad, el ingenio y la ilusión por vencer a uno de los rivales más deseados.
Empezó el encuentro y el silencio se volvió a hacer notable. Ni siquiera los jugadores hablaban demasiado. Manos de Vezo, la cosa no pinta bien para los granotas. Disparo a la grada, el Valencia se desespera. Es entonces cuando los de Paco López se desatan sobre el césped, empiezan a hablar entre ellos, toca atacar. Llega Roger, llega Morales, llega De Frutos. El balón no quiere entrar. La tensión del derbi se hace patente, hasta que el 'Pistolero' envía el balón al fondo de la red. Unos ríen, celebran, gritan. Otros, sin embargo, agachan la cabeza y esperan a sacar de mediocampo.
Los nervios aumentan en el banquillo de Javi Gracia, tanto que el árbitro tiene que llamar la atención. Los jugadores protestan, nada les parece bien. Quizá la poca costumbre de estar cerca de la zona baja de la tabla no siente demasiado bien a algunos, que encima se veían por detrás en el marcador. Las protestas siguen. ¿El más vehemente? Un exgranota, Jason, que se levanta aun protestando cuando el colegiado le amonesta. Las quejas no cesan.
Los minutos del partido van pasando y los gritos desde los banquillos siguen. El Levante está más tranquilo, pero también protesta lo que le parece injusto. Estos tres puntos son vitales y se nota en el ambiente. "Lamentable todo", se escucha en el banquillo ché. Parece que el paso del tiempo pesa, el cronómetro no juega a su favor. Los de Paco López atacan y además aguantan, el Valencia cada vez se muestra más inseguro sobre el césped.
Pitido final, no sin tensión por varios acercamientos de los balnquinegros en el último suspiro. Los tres puntos se quedan en el Ciutat y los granotas vuelven a sonreir tras la amarga noche del último partido que supuso la eliminatoria de la Copa del Rey. Los de Mestalla, por su parte, no ponen buena cara, se marchan cabizbajos. Por los aledaños de Orriols, se escuchan petardos, Valencia tiene ganas de fallas y de celebrar. El derbi vuelve a teñirse de azulgrana.
Con esto, el Levante vuelve a recuperar la alegría y buenas sensaciones que tanto requería en estas semanas. Los de Paco López se catapultan en la clasificación y vuelven a imponer cierto respeto al rival, ese respeto que, por otra parte, nunca se le ha perdido. El Valencia, sin embargo, es la otra cara de la moneda. Sin poder encadenar dos victorias consecutivas en esta temporada, los de Gracia no levantan cabeza, solo falta ver si la presión de la zona baja podrá con ellos o se impondrá el juego.