Santos de espaldas

El Málaga no está para bromas. No sabe cómo transformar su juego en puntos. No consigue hacer que su idea valga más que la del rival. No gana. No se impone en las áreas. Lo tiene todo en su contra. Sus balas son de fogueo. Y esto va de tangibles por desgracia para los blanquiazules. No sabe cómo superar la ausencia de Sandro. Y no sabe cómo invocar a la fortuna, que le esquiva desde hace dos meses.
Debe buscar fórmulas alternativas Romero para cambiar el rumbo del Málaga. Sí, es verdad que tiene balón, pero se asfixia cuando se asoma al área. Los rivales lo saben. Conocen el camino para vencer al conjunto malacitano. Montan guardia y minimizan el peligro de la mejor forma que pueden, conscientes además de que raro es no marcar un gol a los blanquiazules.
Minuto 5, minuto 13, minuto 15 y hasta minuto 31. Cuatro ocasiones, cuatro, en las que Michael Santos falló en la que debe ser su especialidad, el gol. Y si el Málaga acumula esas ocasiones y no marca, lo tiene crudo para sacar los partidos adelante. Porque el fútbol es cruel con los equipos que perdonan. Piatti hizo buena esta máxima con un disparo desde 32 metros que botó delante de un Kameni que pudo hacer muchísimo más.
Porque en este Málaga cuando no es una cosa es otra. Los de Gato Romero no estuvieron mal, de hecho, en líneas generales fueron mejores que el Espanyol. Pero necesitan los blanquiazules un mundo para marcar. Y el equipo no está para muchos zarandeos, porque el lenguaje gestual de los futbolistas delata que a nada que se tuerce la cosa, decrece su fe en la idea.
Fue una primera parte clásica del Málaga, en la que como es habitual comenzó perdiendo. Varían un poco los guiones de los partidos, pero que el rival es el primero en pegar se repite una y otra vez. El dato es demoledor: en esta temporada ha empezado perdiendo en 16 de sus 21 encuentros.
Aun así, con toda la carga emocional que suponen estas circunstancias, el Málaga salió a arrinconar al Espanyol. Sacó faltas, pisó área, puso corazón... Pero seguía faltando algo. Un centro chut de Juanpi, un remate de cabeza desviado de Camacho... Poca cosa, poco punch.
Las cartas de Romero fueron Charles, Keko y Duda. Tres soldados más para seguir estrellándose contra la pared de un Espanyol que se defendió muchísimo mejor que en la primera parte. Y cuando se veían grietas, volvía a ocurrir lo de todo el partido... nada de acierto. El ejemplo fue un balón que llegó a Charles en el área y engatilló fatal.
El brasileño anduvo cerca de la redención con una chilena que Diego López mandó a córner. No era la tarde de los delanteros malaguistas. No era la tarde de nadie, en realidad. Como no está siendo el año. 1 punto de 15 en este 2017. Ocho partidos de Liga y dos de Copa sin ganar si contamos lo heredado de la etapa de Juande. La cruda realidad.