Kuzmanovic y una espina que valdría por dos
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Los caprichos del calendario han querido que el Málaga-Leganés de esta campaña se dispute justo un año después del de la pasada. Un partido de buen sabor para el Málaga (goleó al conjunto pepinero por 4-0) y que sólo tuvo un lunar, la lesión (recaída) de Kuzmanovic, que inició aquella noche un calvario que duró lo mismo que un parto. El suizo de pasaporte serbio se operó del tendón de Aquiles y ya no pudo mostrarse más ese curso.
Un año después, y contra pronóstico, Kuzmanovic sigue en Málaga, de nuevo cedido por el Basilea. El club blanquiazul declinó en plazo la opción de compra asequible que tenía por él, pero trabajó después en su préstamo y lo obtuvo. Kuzma tuvo (y tiene) una segunda oportunidad en La Rosaleda, pero las carencias colectivas han sacado a relucir también las individuales y todavía no ha podido exhibir sus virtudes en plenitud. Su calidad es innegable y la lesión parece olvidada, pero el campo le queda grande cuando juega sin ‘guardaespaldas’. Le faltan prestaciones defensivas, velocidad y sufre cuando el equipo se parte.
Ante el Athletic fue expulsado y, tras cumplir sanción en el Pizjuán, debe volver al equipo ante el Leganés la semana que viene. Tendrá una buena oportunidad el centrocampista blanquiazul de espantar fantasmas ante su rival más fatídico y también de demostrar que ha aprendido la lección de no acelerarse delante de los árbitros y de contar hasta diez aunque piense que lleve razón (que la llevaba). Experiencia, carácter y fútbol tiene Kuzmanovic para sacarse una espina que valdría por dos.