Adrián brilla en la sombra
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Bajo los focos Borja Bastón, por firmar el 3-2 y estrenar su cuenta liguera. Juanpi, por una asistencia maravillosa. Ontiveros, por inventar lo que sólo él puede imaginar. Chory, por la entrega que casi le deja cojo. Rosales, por una volea estupenda. Míchel, por sus cambios. La Rosaleda, por la lección de amor a unos colores. Chiquito, por el minuto más bonito en años y un legado eterno. Y sin embargo, lejos de los flashes, un triunfador callado y discreto. Un sufridor silencioso y elegante: Adrián González.
Su partido es digno de estudio más pormenorizado, pero a grandes rasgos se le puede elevar a ese púlpito que hoy ocupan otros. Porque el Málaga firmó un llegador y se ha encontrado con un profesional de los pies a la cabeza que se adapta a lo que le pidan. Se rearmó tras sus primeras semanas y tras sufrir duras pitadas. Ahora, en época de guerreros, se pinta colores de camuflaje en la cara y baja al barro.
Jugó un partido soberbio en el centro del campo, compartiendo espacio de influencia con Esteban Rolón. Consciente de que no tenía a su lado a Recio, jugador de más despliegue y trabajador infatigable, Adrián cumplió con creces en el doble pivote. Cuando Míchel decidió retirar al argentino para jugársela con Juanpi, sostuvo como pudo al Málaga, huérfano de jugadores físicos en el núcleo de operaciones.
A día de hoy, aunque todo el mundo sabe que su radio de acción está más allá del centro del campo propio, se hace muy difícil imaginar un once del Málaga sin Adrián ahí detrás. Aunque sea un parche. Nueva victoria para el madrileño, que convence a propios y extraños con toneladas de trabajo.
Correcto. Partidazo. Y además hizo por 2 por el y por el paquete rolon