Muñiz reduce las rotaciones
Juan Ramón Muñiz parece haber encontrado a su once tipo, aunque tal vez habría que decir mejor su doce tipo. El Málaga acumula tres partidos seguidos sin perder, siete puntos de nueve, y el asturiano parece más que satisfecho con la fórmula empleada para cosechar esos puntos. Más allá de la metodología, controvertida para algunos, los onces empleados no han variado en las últimas tres jornadas salvo el cambio obligado de Lacen por el sancionado N’Diaye en el partido en Oviedo, y, lo que es más significativo, Muñiz ha reducido las rotaciones en estos encuentros y ayer sólo hizo dos cambios, uno de ellos para perder tiempo.
El grupo de confianza de Muñiz, por tanto, se ha reducido considerablemente en los últimos partidos. Más allá de los lesionados Luis Hernández o Koné, que volverán el año que viene, el único jugador que está contando para la rotación es Ontiveros, primer cambio en las últimas tres jornadas y que jugó 27 minutos en Mallorca, 25 ante el Cádiz, y 12 que supieron a muy poco este sábado en el Carlos Tartiere. En dos de esas ocasiones el sustituido fue Juanpi y la otra Pacheco, que se han hecho con una plaza cada uno en los costados.
Harper-Blanco son fijos arriba, Adrián-N’Diaye en el centro y Pau-Diego en defensa, junto a Ricca y Cifu en los laterales y Munir bajo palos. El once ahora mismo ofrece pocas dudas y jugadores como Renato, Haksabanovic, Héctor, Lombán o Boulahroud han quedado relegados a un segundo o tercer plano. Lacen, titular ayer por la baja de N’Diaye, también salió en la segunda parte por Adrián en Mallorca, aunque se debió más a molestias del madrileño. De cualquier modo, el franco argelino se ha consolidado como pivote de guardia.
El resto de los cambios en estos tres partidos han sido para perder tiempo con resultados favorables. Lombán por Pacheco en Mallorca en el minuto 92; Renato por Pacheco en el 89 y Lombán por Cifu en el 94, en el Málaga-Cádiz; y Renato por Juanpi en el 92 ante el Oviedo. Estas sustituciones y no agotarlas todas como ocurrió en Oviedo pueden decir dos cosas para un entrenador como Muñiz, muy dado a cambiar decorados cuando no lo ve claro. La primera es que está muy satisfecho con la labor de los que están jugando, la segunda que no confía en los que tiene en el banquillo.