El corazón no es suficiente (1-2)

Pasan los jornadas, vuelan los puntos y en La Rosaleda todo parece circunstancial, un mal sueño. Pasó el Cádiz CF, un equipo que sabe a lo que juega aunque no guste, y necesitó lo justo para juguetear con el Málaga CF hasta llevarse el triunfo. La excusa esta semana estará en los siete profesionales que no estuvieron, pero el problema no es ese. La tara viene de serie, el Málaga es como un coche que sale defectuoso del concesionario. Un día es una bujía; otro, la correa de distribución. Así, hasta que del taller va directamente al desguace. No hubo milagro frente al líder, no había mimbres suficientes para jugar de tú a tú contra un equipo hecho para Primera, aunque la garra casi rescató un punto. Por mucho que Víctor, al que sólo su mensaje ya no le avala, se emperre en ver oasis en el desierto, el equipo da para lo que da. Al menos, la segunda parte deja hueco a la esperanza. Ahí el Málaga fue un equipo compacto y hasta con fútbol.

Apostó el madrileño por tres canteranos en el once, uno de ellos Cristo, que debutó como improvisado carrilero zurdo. Keko asomó en el otro perfil. La media, más poblada que nunca, estuvo ocupada por Rolón, Benkhemassa y Boulahroud. Un centro del campo 'made in Al-Thani'. El Cádiz, como viene haciendo toda la temporada, cedió el balón al Málaga, que tocó, tocó y volvió a tocar, pero sin profundidad. Como tantas otras veces. Avisó el Choco, paró Kellyan y los de Víctor fueron poco a poco adelantando líneas, creyendo llevar el peso. Pero el escenario lo dibujó Cervera como quiso, engatusó al Málaga y lo llevó al huerto. Porque este Cádiz es así, te mide y te engaña hasta que te hace trizas.

Llega el gol del Choco, VAR mediante

Rebasada la primera media hora, el zarpazo amarillo. Salvi le hizo un roto a Cristo, se asomó al área y la puso entre Lombán y Kellyan. El central desvió de mala forma, el balón fue directo a su pecho y, después, a los pies del Choco. Gol sencillo, pero dudoso. Porque Nano Mesa se mostró egoísta y quiso remachar lo que el hondureño ya había anotado. El VAR midió la jugada, pero la tecnología tampoco está con el Málaga. Otro gol para el Choco, que sonó este verano en La Rosaleda. Otro de esos nombres que, visto lo visto, no eran sino una quimera. Con el 0-1, el tramo final de la primera parte fue un quiero y no puedo blanquiazul, con Sadiku como isla sin rascar ni un balón en condiciones.

Víctor retiró a Rolón, cuya acción más destacada fue llevarse una tarjeta, y entró Cifu. Hoy por hoy, la más clara solución ofensiva del equipo. Y se notó de inmediato, porque el lateral puso un buen balón atrás en el minuto 47 que Sadiku, solo y con todo el tiempo del mundo, mandó directamente a la grada. Los bríos eran otros bien distintos, el equipo salió enrabietado. A falta de fútbol, al menos que se note el alma. A la siguiente acción de ataque malaguista, Keko enganchó un centro que rebotó en un defensa y al que Cifuentes dio respuesta sin apuros. Lo volvió a probar el extremo, más seguro de sí mismo con la compañía de Cifu, pero su remate de zurda se perdió a un costado. El Cádiz, mientras el Málaga mejoraba sensiblemente, se limitó nuevamente a esperar su turno.

Una segunda mitad de puro corazón

Movió ficha Víctor, dando entrada a Antoñín... y dejando al Málaga de nuevo al límite de la alineación indebida, como en Huesca. Retiró a Benkhemassa, que no se enteró del cambio, y el equipo paso a tener siete jugadores con ficha profesional sobre el verde. Con un claro 4-4-2, con Luis Muñoz y Boulahroud como constructores de fútbol, el Málaga siguió insistiendo, chocando una y otra vez con la zaga amarilla. A expensas de empujones de raza, de corazón. O de una genialidad, la que dibujó Keko con un pase precioso al desmarque de Antoñín, que la puso con mimo al palo largo sin encontrar la portería por poco. Fue, de largo, la ocasión más clara de un Málaga superior. Sin el Choco, al que Cervera sustituyó, el Cádiz perdió la mejor de sus pólvoras.

Pero como a perro flaco todo son pulgas, en los mejores momentos del Málaga llegó la sentencia. La jugada partió de una posible mano de Salvi que el colegiado no decretó y el Cádiz montó una contra a rechaces. Cifu y Diego no se entendieron, el balón cayó a Caye Quintana y el delantero, antes de deshacerse con maestría de Kellyan en el uno para uno, le rompió la cintura a Diego. No había hecho absolutamente nada el Cádiz, pero a 15 minutos del final ganaba 0-2. Por eso son 20 los puntos que distancian a los de Cervera con el Málaga. Caye, incluso, anotó un gol más que fue anulado por fuera de juego.

Aún hubo tiempo para la fe. Keko conectó con Antoñín y el canterano, al que se le caen las ganas y el fútbol de los bolsillos, la puso de cabeza como mandan los cánones. Abajo, al palo largo. Imposible para Cifuentes. Un buen gol, su primero como malaguista. A gente como él es a la que el equipo debe agarrarse. Keko, renacido como el Málaga en la segunda parte, chutó con violencia y el balón fue directo al larguero, con el arquero cadista haciendo la estatua. Faltó un pelo, pero la fortuna sigue dando la espalda. El Cádiz pasó a ser un equipo colgado de su larguero, a expensas del cronómetro y con una última contra como gran amenaza. Entre los escarceos de Alejo, recibido con pitos, y una última ocasión de Keko se escapó el partido. Como se le escapa la Liga y la vida al Málaga, que continúa en descenso.