La Rosaleda, otra vez de Primera División: cuarto estadio con mayor ambiente de España
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Santiago Bernabéu, Benito Villamarín y Mestalla, los únicos estadios que superaron en aforo a La Rosaleda
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Málaga - Castellón: análisis y resumen del partido
La noche de domingo en la Costa del Sol prometía ser grande y lo fue, aunque el resultado negativo ante el CD Castellón acabó dejando helados a los aficionados malaguistas. Pellicer daría gracias a su parroquia por el apoyo minutos después, en rueda de prensa, aunque sin la necesidad de "pedir perdón" a los casi 23.000 espectadores porque "su equipo lo dio todo" y cayó por "pequeños detalles". Si hubo un ganador, no fue el equipo, pero sí su gente.
No sorprenderá, pero no deja de ser otro ejemplo más de la contradicción que vive el Málaga CF. Un club que mete a 22.949 almas en un estadio y juega en la tercera categoría ni siquiera es algo coherente. Durante el pasado fin de semana, de hecho, La Rosaleda fue el cuarto estadio con más afluencia de público de toda España, contando todas las competiciones ligueras, por supuesto también Primera División.
Tan solo hubo más gente en el Santiago Bernabéu (72.044 espectadores) en el polémico 3-2 ante el Almería; el Benito Villamarín (53.288) en la derrota bética por 2-4 contra el Barça y Mestalla (45.344), en un Valencia-Athletic Club de mucho peso simbólico.
La Rosaleda superó a otros estadios como el del Dépor, Riazor (21.310 personas), Balaídos del Celta (20.901), El Sadar de Osasuna (18.811), Stage Front del Espanyol (18.249), Colombino de Huelva (18.158), La Romareda de Zaragoza (17.854), El Sardinero de Santander (14.257) o Montilivi (13.092), feudo del líder de Primera División, el Girona.
Este domingo, en el Málaga-Castellón, hubo un mosaico a medias, después de que horas antes del partido el Málaga CF comunicara que debido a un contratiempo logístico de última hora "ajeno al club" no se iba a poder llevar a cabo. Extraña situación que intentó enmendarse con las cartulinas repartidas por diversos sectores del estadio, que unidas a los cánticos de la grada de animación ayudaron a recrear una atmósfera de partido acorde a otra categoría superior a la Primera RFEF. Lamentablemente para el malaguismo, este aliento no ayudó al triunfo en el césped.