Avisaba Pellicer antes de la decepción en Melilla que boquerón que se duerme, se lo lleva la corriente. Ocurrió que en la segunda parte, al Málaga se lo llevo la corriente embarrada de su rival, que jugó a lo que quiso jugar y a lo que no sabía el Málaga. La del pasado domingo fue una derrota que invita a la reflexión, como el mismo entrenador reconoció en caliente. El Málaga ha perdido consistencia y la preocupación de la afición se palpa.
No ha sido capaz de encadenar tres victorias consecutivas desde que lograra entre septiembre y principios de octubre aquellos cinco triunfos en cadena (Atlético 'B', Atlético Baleares, Recreativo Granada, Linares y San Fernando). Paradójicamente, mientras el transcurso lógico del tiempo supondría una mejora del equipo, porque a más jornadas disputadas en Primera RFEF mayor aclimatación y mejoras técnico-tácticas, ha ocurrido lo contrario.
Este Málaga sigue involucionando en muchos aspectos. No domina durante 90 minutos, a veces ni siquiera en el grueso de una primera o segunda parte. Esa falta de regularidad dentro de los minipartidos de cada partido se reflejan en los puntos obtenidos en las últimas jornadas: tres derrotas, dos victorias, un empate. Es capaz de lo mejor, como la primera parte ante el Atlético Baleares, y de lo peor, con el peor segundo de la temporada en Melilla.
Si bien ha solido mantener el carácter competitivo y ha dejado escapar puntos siempre por la mínima, con un gol de diferencia (2-2 en Intercity, 0-1 ante el Castellón, 3-2 en Ceuta,1-0 en Melilla...), sus desajustes y momentos de bloqueo mental se repiten como un patrón.
"El equipo está mejor hoy que hace un mes", decía en su lectura posmercado Loren Juarros, refiriéndose a la plantilla en suma de los tres fichajes. Uno está cuajando desde el minuto uno, David Ferreiro, pero urge que los otros dos sumen variantes al ataque (Avilés) y al lateral derecho (Carlos Puga), con un Jokin Gabilondo cada vez más irregular.
Aunque será Sergio Pellicer el que deba ser capaz de mejorar en la toma de decisiones y encontrar el punto de inflexión con planteamientos que funcionen con lo que tiene. Y son los jugadores que han iniciado la temporada los que deben aparecer con urgencia: ¿Dónde están el mejor Kevin? ¿Cuándo aparecerá la calidad de David Larrubia? ¿Explotará sus números Dioni? ¿Encontrarán continuidad Juanpe y Sangalli cuando regresen de lesión?
La zona noble del Grupo II es como presenciar dos ligas en una. La que se disputan Ibiza y Castellón, ambos con 54 puntos y a doce de distancia restando 15 partidos; y la de los Juegos del Hambre, una lucha en carne viva por sobrevivir a las exigencias del playoff, con Córdoba, Málaga y Recre en el cuerpo a cuerpo y con el Murcia relamiéndose por detrás.
El Málaga ya ha perdido la tercera plaza a costa del Córdoba, que aprovechó el tropiezo malacitano para ponerse dos puntos por delante. Y el domingo que viene, la caída puede ser mayor si el equipo de Pellicer no gana a otro de esos rivales hambrientos de la liguilla de ascenso, el Recreativo de Huelva, quinto con 40 puntos, a tan solo dos. El domingo, desde las 12.00 horas, se juega un partido de más de tres puntos en La Rosaleda.
Perder en la próxima jornada el derbi ante el Decano en casa relegaría al Málaga al quinto puesto y si le da por ganar al Real Murcia, resucitado y en línea ascendente, la distancia con respecto al sexto ya sería de cinco puntos. Peligroso precipicio al que asomarse. Un triunfo ante los onubenses, por el contrario, reactivaría la maquinaria desengrasada, pondría distancias ante un rival de tú a tú en la pelea por el objetivo y serviría para volver a la tercera plaza en caso de que el Córdoba no ganara en Ceuta (domingo, 12.00 horas).