Es el Valencia, pero como si fuera el Barcelona

La última imagen que tienen los béticos de un alegrón enorme tras el partidazo ante el Barcelona, aunque el postrero gol de Luis Suárez amargara un poco la mañana en el Benito Villamarín. La gente se fue contenta y feliz de ver, por fin, a un Betis de calidad y con buen fútbol. Ya era hora. Una imagen que bien pudo repetirse en Riazor, pero el tiempo y una cubierta en mal estado lo impidió. Sin partido, sin fútbol, el Betis ha esperado con ansia al Valencia para dar continuidad a aquella alegría. Otro golpe sobe la mesa para soñar con algo más importante que vivir tranquilo en la zona media de la clasificación.

O no, porque el Betis, capaz de superar a todo un Barcelona, también es capaz de dar vida a un rival malherido y con la soga al cuello, pero que lejos de de guarida es más fiero. El Betis no es CurroBetis muchas veces porque sí y ya está, ha contribuido en más de una ocasión a que todas las dosis de azúcar que recibe se conviertan en pimienta poco tiempo después. 
Y ese eterno problema verdiblanco, que no levanta cabeza en las últimas temporadas y falto de alegrías un domingo sí y otro domingo también, es lo que quiere evitar Víctor Sánchez, que le ha cogido el aire al club con sus pros y sus contras, porque también los tiene. Los béticos quieren ver buen fútbol, el de la mañana ante el Barcelona, pero son conscientes de que no siempre será posible. La defensa de tres centrales y dos carrileros no llaman la atención al fútbol vistoso, pero en este Betis está dando resultado, sobre todo ante su gente. Y si no que le pregunten a los béticos cómo de contentos suelen marcharse a casa desde que el madrileño suplió al inolvidable Gustavo Poyet.
Los béticos quieren ver buen fútbol, el de la mañana ante el Barcelona, pero no siempre es posible
Pero no llega el Barcelona, sino el Valencia, un rival envuelto en líos diarios, sobrepasado por la situación y con una clasificación peligrosa. A salvo, porque hay tres equipos que han enfilado el camino al infierno de la Segunda muy pronto y que pueden hacer bueno al pésimo Betis de los 25 puntos. Porque el Valencia, con jugadores de renombre, calidad y mucho dinero, no sabe ya cómo despertar. Pero si despierta, y el Betis es amable en estos casos, puede hacer un roto a cualquiera.
Voro, disfrazado de eterno apagafuegos, llega donde otros no han podido llegar, aunque no se le puede pedir peras al olmo. Al menos ha evitado la caída total del equipo, que sí es un mejor equipo lejos del turbulento Mestalla. En el Villamarín tendrá que romper la racha como local del Betis sin Enzo Pérez, Garay ni Carlos Soler, la gran sensación de las últimas semanas. Y con el golpe del Éibar aún doliendo en el pecho. Parejo, por el que preguntó en el Betis, volverá a llevar la manija.

Mismo once

Víctor, que premia a quienes lo merecen, igual que deja fuera a los que cometen errores por ese tema de la competencia, tiene claro que el once ante el Barcelona, con los nuevos Tosca y Rubén Pardo, es el ideal para seguir el camino de las alegrías, de mantener el objetivo al alcance y de creer, por qué no, en una segunda parte de temporada espectacular. Y en ese once no falta Dani Ceballos, en uno de los mejores momentos de su carrera y que con Pardo ya no tiene que multiplicarse tanto. Lo sigue haciendo, pero para mostrar su clase y poner de gol a los delanteros.
El Villamarín, aunque un aguacero pueda fastidiar la mañana, volverá a presentar sus mejores galas. A la espera de que su Betis vaya de fiesta en fiesta y no de pitos en pitos. Que apueste de verdad por la calidad, el buen fútbol y los goles. Esa exigencia demandada por un sector del beticismo cansado de tantas penurias pero que otro sector intenta frenar. No hay comparación y para muestra el partido ante el Barcelona. Bien haría Víctor en escribir los nombres de la MSN azulgrana en el campito del Valencia. No están pero como si estuvieran. No es el Barcelona, pero como si lo fuera.