La longevidad de Domingo, un bético de 94 años: "Estoy vivo por el Betis y por el tinto que tomo con agua"

El fútbol es un deporte que concentra a aficionados de toda clase, edad y condición, y en torno al Real Betis Balompié se da uno de los mayores ejemplos de la gran diversidad del deporte rey. Este domingo, en la previa del partido ante la Real Sociedad, las cámaras de ElDesmarque dieron con una de esas historias de amor a las trece barras verdiblancas que definen al beticismo.

Domingo, de 94 años, acude al Benito Villamarín acompañado de Mari Reyes, su esposa, 22 años menor que él pero tan aficionada al Betis como su marido. Viene de Camas, con la peña de la localidad, a pesar de que durante algunos años lo hizo con la de Valencina de la Concepción. Es el socio 401, aunque si no fuera por un despiste cuando emigró a Alemania del presidente de su peña, calcula que estaría en “el número 6 o el 7”. “Me fui a Alemania, le dejé el carné, que tenía el 25, al presidente de la peña, y le dije tú los sacas, que yo solo vengo en Semana Santa para salir de nazareno”. Y se le olvidó. Cuenta la historia para ElDesmarque, en un vídeo que puedes ver en el reproductor que encabeza esta noticia.

Nacido en 1930, es de los pocos béticos vivos que lo estaban cuando su equipo ganó la Liga de 1935. “¡Claro! El Betis ya ganó en el 35 la Liga, y yo nací en el 30”, y va siempre al estadio sin temer a la climatología siquiera. “¿Y a mí qué me importa que llueve? Me pongo un paraguas. Esto -se refiere a su bastón- es lo que me hace a mí entrar bien en el campo”.

El secreto de la longevidad bética de Domingo está claro. “El Betis es lo mejor del mundo. Yo estoy vivo por el Betis y por el tinto que tomo con agua”, dice entre risas.

Por suerte para su corazón y el de todos los béticos, se equivocó con su pronóstico. “1-0 de penalti al final”. Al final, no hubo sufrimiento y sí fiesta para el beticismo, con Domingo como bandera de un amor eterno al escudo de las trece barras verdiblancas.