El sueño de plata del Betis despierta en latón

El sueño de plata del Real Betis, alimentado durante muchos minutos en la final de la Conference League ante el Chelsea, despertó en latón (1-4) con un golpe de realidad tan inesperado como violento. Las Trece Barras no coronaron su conquista de Europa, los rezos de los béticos en la parroquia de Claret fueron en vano y Pellegrini no pudo continuar con su progresiva santidad para el beticismo tras un partido de dos caras: en la primera parte, la del Betis fue la mejor, la del equipo al que ha acostumbrado a los suyos en la era del chileno. Cara de ganador, exultante por el tempranero gol de Abde y bella por su buen fútbol. En la segunda, la de perdedor que no puede con lo que tiene enfrente, eso mismo que había ridiculizado en los primeros 45 minutos.

El alumno se impuso al maestro, aunque más por las herramientas que maneja que por la sabiduría. Al Betis se le vieron las costuras ante el potencial de un equipo monumental en lo físico, sobre todo después del desgaste de la excelente presión montada en la primera parte. Y eso que el alumno se vino arriba de inicio y quiso sorprender a su mentor con una inopinada lección que no viera venir, incurriendo en la más absoluta ridiculez. Eso fue el Chelsea de la primera parte, un esperpento forjado en el ataque de entrenador de Maresca, que se la quiso pegar de Guardiola urdiendo un dislate táctico. Pellegrini, más listo que tres Marescas juntos, hizo lo que debía, agradeciendo las facilidades.

Malo Gusto de Maresca

Porque Malo Gusto, aparte de un nombre, es poner al ídem de falso mediocentro. Y más lo es condenar a tu mejor jugador, Enzo Fernández, a esperar un pase filtrado de dos centrales tan grandes como tuertos con balón; o utilizar a Cucurella, de los pocos que tiene velocidad entre los tuyos, como tercer central de un tridente lento cual carreta del Rocío. Enfrente, un Betis tremendamente bien plantado, teniendo la pelota cuando debía y saliendo rápido cuando tocaba, que le dio un soberano meneo a su rival.

Presionando sin excesos la salida de balón, robó trescientos balones y, en uno de los primeros, la magia de Isco sobrevoló ya Breslavia para dejar a Abde solo y que éste definiera como Van Basten. Pudieron llegar más goles, porque el Betis se gustó y llegaba como la seda. Y apenas tuvo que despeinarse para dejar al Chelsea en un par de tiros a puerta en toda la primera parte.

Otro partido en la segunda mitad

Parecía que el Betis iba a materializar su sueño de plata, que nada podía empañar su salto histórico. Sin embargo, esto es fútbol y, a la vuelta de vestuarios, el dislate del Chelsea se volvió cordura con los ajustes de Maresca, y el arrojo y la clarividencia del Betis tornaron en quietud. El cuadro de Pellegrini se echó atrás, dejando que los ingleses siguieran con la posesión, aunque ahora con más criterio y logrando que sus buenos jugadores, principalmente Palmer, se abrazaran a la pelota. Se empezó a jugar otro partido.

Y en seis minutos el sueño de plata se hizo de latón. Dos acciones con cierta brillantez del Chelsea y mucha laxitud en la defensa bética le dieron la vuelta al partido. Y, de camino, al alma del Betis. Su cuerpo seguía moviéndose en el césped, pero el corazón se había parado. Jadon Sancho le dio la extremaunción en el 82 con un golazo que disipó la ilusión de todo el beticismo. Y Caicedo lo hizo ya excesivo en el descuento. El cuadro verdiblanco no mereció tal castigo. Sólo le queda aprender de los errores y seguir trabajando para que el futuro le traiga más oportunidades históricas como la de este 28 de mayo.