La única estabilidad de esta triste temporada

No hay duda. Álvaro Rubio es actualmente el líder del Real Valladolid. Quizás no lo es tanto en el vestuario como sí fuera de él. El riojano se ha ganado el respeto de la afición y de todo el entorno en las últimas temporadas. Superado un bache de juego que tuvo hace unas pocas temporadas y que le dejaba con los pies fuera del Pucela, el capitán blanquivioleta ha superado todos los esquemas posibles para ser el jefe y el líder en el terreno de juego. El Real Valladolid nota cuando está él y cuando no y durante la triste temporada 2015/2016 ha quedado confirmado.

 
Con el canterano del Real Zaragoza, el Pucela ha jugado, ha manejado el balón y ha generado fútbol. Sin él, han caído sus opciones de ganar partidos. El ritmo de esta temporada lo ha demostrado. Pese a sus 36 años, el jugador ha sido diferencial. Superados lo problemas que la temporada pasada le evitan acumular minutos de juego en periodos muy cercanos de tiempo y pese a que su ritmo y desgaste no ha sido muy alto durante la campaña, su rendimiento y calidad han sido definitivos y únicos. Entre el nivel de juego del Real Valladolid ha destacado un futbolista veterano y que no se encuentra bien físicamente. Al menos a su mejor nivel. Tales circunstancias demuestran que, o el jugador es de gran calidad, que lo es, o el Pucela no ha tenido un nivel acorde a su exigencia, que también, durante este último año. 

Desde Mendilibar

Cuando la temporada pasada, Álvaro Rubio no jugó en el partido de vuelta del play-off de ascenso ante la Unión Deportiva Las Palmas, parecía que su final estaba cerca. Entre tantas reflexiones, lo que no se esperaba es que el experimentado centrocampista disputara durante este curso más de 2.000 minutos. La cifra, analizando sus cinco temporadas con el Pucela en la categoría de plata, es la segunda más alta, solo por detrás de la que firmó con José Luis Mendilibar en el ascenso del 2007. Ni con Miroslav Djukic tuvo un papel tan destacado en el ascenso del 2012.
El puesto de Rubio esta campaña ha sido vital. Ha disputado 30 partidos, siendo 29 de ellos ligueros. Dejando a un lado el inicio con Gaizka Garitano en el que no tuvo un puesto referente, tanto con Miguel Ángel Portugal como con Alberto López, el riojano ha sido determinante. Con el preparador de Irún participó en cinco de sus siete partidos y lo hizo siempre desde la titularidad. El momento de la temporada estaba para él. Todos le necesitaban.
El club requería estabilidad y no solo en el juego. La presencia del capitán en el terreno de juego calmaba los ánimos de un estadio enfado y resignado con todos lo integrantes del vestuario menos con aquel que en sus últimos movimientos de jugador supo liderar sobre el césped a un equipo roto.

¿Fuera de Zorrilla?

Ahora, el Pucela está dando unas pinceladas para cerrar el futuro. Sobre el papel, Álvaro Rubio no tiene hueco en el proyecto de Paco Herrera. Pese a que el catalán confía en el jugador riojano, como así lo hizo ver en su presentación, la regeneración que tiene que realizar el club puede dejar fuera a un futbolista histórico para la entidad y que durante esta última temporada ha sido la única estabilidad que ha encontrado el equipo y el entorno para no dejar de creer en un proyecto que murió muchos meses antes de terminar la temporada.