Duce Lucho

España, la España de Luis Enrique (y Gavi), se ha metido en la final de la Nations League por todo lo alto, derrotando a la invencibile Italia, la Italia del récord de partidos oficiales sin perder (37, desde el 10 de septiembre de 2018 no caía). España, la España de Luis Enrique, firmó una de sus grandes noches europeas. Vencer a la campeona de Europa, en su casa, en San Siro, y con la autoridad con la que lo hizo refuerza una idea, aunque como todas tenga sus fugas, y sobre todo refuerza al Jefe, a Luis Enrique, Il Duce de la selección.

Antes de que se utilizara en el siglo XX por la máquina propagandística fascista, y se le adjudicara al dictador Benito Mussolini, el término Duce era en Italia mucho más rico, más etimológico. El origen latino de la palabra, Dux, es muy significativo, se le otorgaba a rango militar, general, pero procedía del guía, del que está en la vanguardia, del valiente. Duce fue Garibaldi, Duce fue el héroe y poeta italiano D'Anunzzio, Duce fue el rey Vittorio Emanuele. Duce en Italia ha sido esta noche Luis Enrique, Lucho. El seleccionador español se puso al frente, de forma a lo mejor innecesariamente desafiante, pero al frente, puso su cara, puso su rostro y cargó a sus espaldas el liderazgo de la selección. Pero sobre todo Lucho fue Duce a la hora de preparar el partido de forma muy meticulosa, estudiada, acertada.

Ganó con merecimiento, por más que esa blandura defensiva generacional metiera en el partido a última hora a Italia. Luis Enrique sacó las vergüenzas a la campeona de Europa Italia, y lo hizo con una lectura futbolística muy brillante. Italia iba a presionar de forma intensa a su centro del campo, a la salida de la pelota, esa virtud española que a veces, como lo hizo en muchas ocasiones durante la primera mitad, compromete tanto a la selección. Pero a través de esa atracción, España encontró las debilidades italianas. Se volcaba tanto el equipo de Mancini en la presión intensa, en el ahogo del fútbol español, que se descuidaron ante la solución española, acortar los espacios por dentro para generarlos fuera. Y ahí se vino arriba La Roja. Y lo hizo a través principalmente de Oyarzabal. De dentro afuera generó España las principales ocasiones, el primer gol, golazo, de Ferrán a pase del realista, un tiro al palo con fallo de Donnaruma y con la conexión Mikel-Ferran el 0-2 antes del descanso. Justo después de que Bonucci se autoexpulsara con una segunda amarilla clara y comprometiera a una Italia que bien pudo marcar en la primera mitad aprovechando los errores en salida de España, a veces continuados. Pero no lo hizo, y los de Lucho construyeron el relato del partido.

La continuación del encuentro debió contemplar algún gol más de España, algún premio para la excelente actuación de Yeremy Pino, espectacular su debut, o incluso algún gol de Oyarzabal, que firmó un partido de 9 y solo le faltó redondear con gol sus dos asistencias. Pero hay que tener presente que esta selección tiene un lado oscuro, oscuro y blando, y concede demasiado, incluso cuando gana. Pudo anotar goles La Roja, pero también sirvió ocasiones para los locales. Pau Torres regaló el tanto italiano que hizo soñar a San Siro en los últimos minutos. Últimos minutos, dicho sea de paso, jugados por España con la madurez que le falta a veces defensiva,ente. Rondito de varios minutos y solo la tropelía del árbitro regaló un acercamiento sin consecuencias a la campeona de Europa.

Nada podían hacer. España rompió la fortaleza italiana comandada por Lucho il Duce, il Duce Lucho.