Este Sevilla da pena (2-0)
Hércules CF | 2 | 0 | Sevilla FC |
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El Sevilla ha perdido en Alicante ante el Hércules su primer partido en la Liga. Trezeguet ha marcado los dos goles alicantinos ante un Sevilla en el que Álvarez podría tener las horas contadas al frente del banquillo.
A Antonio Álvarez le pueden quedar horas...o minutos al frente del banquillo del Sevilla. Su equipo es un caos, no juega a nada, no tiene plan y encima está plagado de futbolistas mediocres. Para colmo, la falta de personalidad es preocupante. El de Marchena lo está haciendo mal, muy mal. Hoy ha dejado fuera del equipo, además de los lesionados, a Konko, ni siquiera convocado, y a Perotti, los dos mejores del arranque liguero... Además, como si estuviera sobrado de nivel futbolístco y resultados, no para de hacer rotaciones. Yendo más allá, la plantilla empeora año a año a pasos agigantados debido a los horrorosos fichajes del club y en una de estas se va a quedar incluso fuera de competición europea. Empatar con Depor y Racing y no ganarle al Hércules es buena prueba de ello.
Después de tener dos ocasiones de gol clarísimas por parte de Acosta en los primeros diez minutos y de no ser capaz de meterlas, el Sevilla empezó a complicarse las cosas y, como en Valencia ante el Levante, regaló absurdamente un penalti al rival. En aquella ocasión, lo de Cigarini podía ser achacado a la mala suerte. En esta, lo de Zokora, a no tener dos dedos de frente. Trezeguet lo convertía. No debía ser un obstáculo ante el (como mucho) animoso Hércules, pero este Sevilla empeora jornada a jornada y hoy ha sido capaz de rejuvenecer a Trezeguet, otrora gran delantero, ahora una vieja gloria. Un balón desde la derecha fue rematado al fondo de las redes por el francés para convertir el 2-0 ante la atónita grada del Rico Pérez. En esos momentos, Luis Fabiano, sabedor de que jugaba hoy para no hacerlo en Dormund, ya le había cogido asco al partido, Acosta se había cansado de realizar sprints inútiles, Zokora intentaba subir la pelota como si supiera, Escudé y Alexis hacían aguas por todos lados y Dabo, inmensamente peor que Konko en el lateral derecho, contribuía a la descarada exhibición de Drenthe.
La segunda parte fue un quiero y no puedo. Los delanteros no la olían, los medios no creaban fútbol, los defensas tampoco le daban sentido al juego y el Hércules vivía su partícular fiesta frotándose los ojos ante lo fácil que le habían ganado a un supuesto grande que parece haber dejado de serlo. ¡Qué pena!