Análisis: Las verdades de Javi Varas
Javi Varas se ha marchado al Celta cedido una temporada por el Sevilla. Lo hace con la cabeza muy alta y tras una temporada con ciertos altibajos en su rendimiento. Pero también lo hace hablando claro y dejando poco lugar a las dudas.
En la entrevista concedida a ElDesmarque se sincera y admite que le faltó confianza en el tramo final de la temporada, que sufrió algún que otro altibajo y admite públicamente lo que ya sabían en el club desde hace tiempo, lo que sabían y saben los entrenadores pasados y presentes del Sevilla y lo que sabe José María del Nido, por muy fuerte que diga lo contrario, que la relación con Andrés Palop, el mejor portero de la historia del club por otra parte, no era buena.
"No voy a esconder nada, nuestra relación personal no era buena, aunque es algo que todo el mundo sabe y no descubro nada. Profesionalmente hemos trabajado bien, no tengo queja en ese aspecto. Personalmente, insisto, no hay buena relación. Para él fue un palo duro verse suplente". Estas declaraciones en nuestra entrevista, unidas a otras también realizadas este fin de semana ("a raíz de que Andrés se lesionó con Manzano cambió un poco todo, su trato hacia mí, él sabrá los motivos", "prefiero no definirlo como capitán", "me ha dirigido muy pocas palabras desde que empecé a jugar", en Marca) dejan a las claras que entre los dos porteros sevillistas no había una buena relación y también una de las causas por las que el mismo club quiso prescindir de ambos tras el final de la Liga. La dirección deportiva prefería sacar a los dos porteros del plantel para renovarlo y también renovar la portería con una competencia 'más sana'. De ahí las negociaciones con Toño, finalmente en el Granada, además del fichaje de Diego López.
El hecho es que, finalmente, Andrés Palop, el mejor portero de la historia de la entidad, el héroe de la UEFA, de la Copa del Rey, sigue en el Sevilla, y con el absoluto respaldo de su presidente, José María del Nido. Pero también con una realidad bien presente. No es nada dramático, es una realidad, e intentar ocultarla ya no tiene sentido.