Entre la épica y la caraja

Álvaro Ramírez IIIEl Betis y el Sevilla han empatado en un derbi al rojo vivo. De hecho fue durante gran parte del encuentro rojo, totalmente rojo, pero también estuvo vivo el Betis, justo cuando más muerto parecía con 0-3 en la primera media hora. Cierto que Gary Medel, trascendente en el partido por dos fallos clamorosos (el segundo de ellos conllevó la expulsión), fue el encargado de ejecutar el boca a boca que reanimó a su rival. Luego también tuvo su incidencia Del Cerro Grande, que lo cierto es que se achicó bastante en un magno encuentro.  

Lo cierto es que el encuentro fue del todo impresivible. El Betis salió prácticamente en tromba, arrinconando al Sevilla en su área. En cinco minutos apenas pasó de su área el equipo hispalense. Claro que, cuando salió, fue para asestar un golpe duro a su rival, durísimo. Una contra acabó en el área y en las redes béticas con un gol sutil de Rakitic en el que, cierto es, Adrián dejó demasiado pasillo para que entrara la pelota.  

Fue a partir de entonces cuando el derbi se tiñó de rojo de verdad, el césped era sangre. Y sangraba el Betis. El centro del campo dispuesto por Emery, muy ayudado por Rakitic y Negredo, que venían a recibir una y otra vez, apabulló a los verdiblancos. Beñat y Cañas se veían superados una y otre vez por las incorporaciones y apoyos constantes de Reyes, Rakitic, Negredo, Navas..., combinaban a su antojo. Puedo llegar el segundo en un remate de Negredo al palo, pero llegó en otro tanto de Rakitic, no falto de polémica. El croata hizo una pared con Chica, pero con Negredo, en fuera de juego, cerca de la pelota. El árbitro interpretó que al rebotar la pelota en el bético el madrileño no intervino en la jugada. Pero el que sí intervino fue de nuevo, Rakitic, que con otro sutil toque puso a su equipo en franca ventaja y en franca superioridad, en juego y marcador.
A partir de ahí el Sevilla se creció aún más, se exhibió, hizo lo que le vino en gana, manejó a su antojo a un Betis al que Pepe Mel intentaba reavivar desde la banda. Campbell y Juan Carlos parecían moribundos en el campo, a ambos les superó el encuentro, no ayudaban atrás y no funcionaban en ataque. Y por sus costados llegaban y llegaban oleadas de jugadores rojos. 
Pero no, no fue Pepe Mel el que avivó a su equipo en todo caso. Fue Gary Medel el que con una acción nefasta para su equipo perdió la pelota siendo el último hombre y regaló el tanto a Pabón, que definió con calidad.
Ese tanto, en las postrimerías de la primera mitad, parecía que podía dar vida al Betis realmente, que podía darle fe en la remontada. Pero en la segunda mitad, a pesar de que Molina salió por Juan Carlos, el Betis siguió noqueado. La tela de araña preparada por Emery superaba a los de Mel. De hecho hasta tuvieron alguna llegada peligrosa los nervionenses.
Pero no, el encuentro no se teñiría más de rojo. Entró en acción el negro, el negro de Del Cerro Grande. El colegiado, ya poco afortunado en el 0-2, decidió hacer caso erróneamente su línea, que penalizó de forma exagerada una acción entre Fazio y Molina en el área. Insfuciente para pena máxima pero suficiente para dar alas a un Betis con el tanto de Rubén Castro. A partir de entonces sí fue más Betis, sobre todo con la absurda expulsión de Gary Medel. Absurda por su comportamiento. El chileno entró en el juego de Cañas y Del Cerro Grande, también. Expulsó al centrocampista cuando la acción quizá fue equitativa por ambos futbolistas. Se llevó la peor parte Medel, quizás por su fama o quizás por su nefasta tendencia a entrar en toda tángana que surja sobre el césped.
Y a partir de ahí, con el 2-3, el derbi sí fue ya verde. Absoluto dominio verdiblanco ante un Sevilla además bastante cansado, con un Negredo renqueante y con molestias y, ya, sin ninguna presencia ofensiva. Con diez el equipo hispalense, bajo de moral, se encerró. Y ante eso el Betis la verdad es que tuvo paciencia, no se desesperó y tuvo varias ocasiones claras armadas de eso, de paciencia, de mandar balones a los costados una y otra vez para intentar crear espacios. El Sevilla no se defendió mal, pero Pabón y Rubén Castro, muy dinámicos, mucho por las bandas, hicieron daño.
Se fajó el Sevilla para defenderse e incluso parecía que sacaría adelante el duelo pese a la inferioridad y la desperdiciada ventaja de la primera mitad. Pero entonces apareció el que menos era esperado, Nosa. Un magnífico salto en el segundo palo y un no menos magnífico remate picado desataron la locura en un Villamarín que experimentó la decepción absoluta en una primera parte que no llegaron incluso a ver aficionados que se marcharon y un éxtasis pleno, por el empate, después de haber visto de cerca un nuevo varapalo.
El empate, que en realidad clasificatoriamente vale mucho más al Betis que al Sevilla, pone de manifiesto varias cosas. Que al Betis le cuesta manejarse en estas lides pero que tiene un espíritu suficiente para sobreponerse a ellas y acabar en Europa, donde realmente se merece por su gran temporada. El derbi, finalmente, será un magnífico empujón anímico.
Y que el Sevilla tiene demasiados defectos (un día la defensa, otro Medel...) como para ejecutar una elevada remontada. El derbi supone para los blanquirrojos un palo importante, por su incapacidad para ganar fuera y por la ventaja desperdiciada. Si la Liga hubiera empezado desde la llegada de Emery su ritmo sería válido, pero la rémora de la primera parte del campeonato exige un esfuerzo ímprobo que tendrá difícil completar el conjunto sevillista.