El partido que solo se pierde en el Camp Nou

Álvaro Ramírez IIIEl partido que el Sevilla ha perdido este sábado ante el Barcelona solo se puede dar en el Camp Nou, y quizás en su defecto en el Santiago Bernabéu. Solo se puede dar ante el Barça, y quizás solo se pueda dar con un árbitro como Muñiz Fernández. El conjunto nervionense ha caído en un encuentro que empataba en el minuto 93, cuando dictó el ábitro que tenía que acabar, y que perdió una vez superado el descuento. Para colmo, tras un gol anulado a Cala aparentemente legal. 

Esa falta de Cala que Muñiz consideró suficiente para anular el que pudo ser el 1-1 no lo fue más, en todo caso, que la de Messi en el 2-0 o en el 3-2 incluso. Que no lo fueron, vaya por delante. Pero Muñiz es mal árbitro, nefasto. Debió incluso expulsar antes a M'Bia por una segunda amarilla antes del descanso.
Pero en la segunda mitad desesperó al equipo hispalense y por ello es lógico y normal que el Sevilla se marche enfadadísimo, porque pudo empatar, e incluso ganar si Marin mete la que tuvo en el descuento (dentro del descuento), y se marchó sin ningún punto por los acontecimientos antes referidos.

Y el enfado es gordo porque, además, el conjunto de Unai Emery completó un buen partido, muy serio, con sus más y sus menos, pero muy competitivo por parte de los sevillistas. Se encerró en la primera parte, en la que apenas pisó el área de Valdés, pero se estiró en la segunda, en la que hizo tres goles (uno anulado) y en la que gozó además de varias ocasiones. Evolucionó el equipo de Unai. Evolucionó Vitolo tras una floja primera parte, evolucionó la defensa y evolucionó el conjunto, que mejoró con los cambios. En general, el Sevilla hizo un buen partido, teniendo en cuenta el rival; no sumó, pero completó los posiblemente 90 minutos más competitivos de toda la temporada.
Y empezó serio desde el arranque. La primera mitad fue principalmente de mérito defensivo, pues aunque no llevó verdadero peligro ante Valdés, sí que contuvo al equipo azulgrana, salvo cuando este recurría a individualidades, parcela en la que resultaba tremendamente superior, sobre todo cuando se juntaban Neymar y Coke. Pero pese a todo, y gracias a un acertado Beto, el equipo de Emery no dio demasiadas opciones a los azulgrana e incluso se atrevió a tener varias posesiones, sin demasiada profundidad, eso sí.
Pero pasó lo que suele pasar en estos partidos, que el mínimo error se paga caro. Hasta el 1-0 el Sevilla, con sus más y sus menos, había aguantado, pero una acción fabricada por dos exsevillistas, Adriano y Daniel Alves, permitió al lateral derecho aprovecharse de un dormido Vitolo para ganarle la espalda y rematar a gol. En los 10 minutos siguientes pudo empatar el equipo nervionense en una contra clara mal llevada, pudo marcar el Barça en alguna que otra ocasión abortada por Beto y perdonó Muñiz una segunda amarilla a M'Bia en una absurda y descarada acción del camerunés.
En la segunda parte el Sevilla ofreció una imagen más completa, porque además de contener a los culés en defensa los puso contra las cuerdas en varias ocasiones en ataque. Acumulando los minutos, los sevillistas gozaron de más espacios y empezaron a hacer sufrir a la zaga catalana. De hecho, marcó, Cala, en el tanto de la discordia que anuló Muñiz por presunta falta.
Pero en otro latigazo, el Barcelona, con la posesión de la pelota y siempre arrinconando a los blancos cerca de Beto, hizo el segundo, de las botas de un casi desapercibido Messi. Ese tanto pareció acabar con el equipo andaluz, pero nada más lejos de la realidad.
Las acometidas visitantes cada vez eran más profundas, más peligrosas, los espacios mejor ocupados y los ataques acababan más cerca de Valdés. Tanto, que uno acabó en sus redes tras una magnífica jugada de Vitolo y un disparo seco de Rakitic. El Sevilla se lo creyó y siguió estirándose, llegando y pisando área con peligro. Antes de que Coke hiciera el empate que parecía definitivo, en otro saque de esquina pudo marcar el conjunto sevillano.
Pero lo hizo en el 90 el lateral derecho tras una noche sufrida ante Neymar. Parecía acabado el encuentro, incluso inclinado hacia el Sevilla, que pudo hacer el tercero en una jugada de Marin. Y de hecho debió estar acabado, pues Muñiz dio tres minutos de descuento y el reloj ya los sobrepasaba cuando Messi se internó en el área, Beto dejó muerta la pelota con el pie y apareció Alexis para indignar a todos los sevillistas y dejar de nuevo a Muñiz en el centro de la polémica en un partido más que controvertido.
El 3-2, duro por la forma en que llegó, debe servir al Sevilla para sacar lo bueno, la buena imagen, la competitividad y la firmeza, por ejemplo. Y lo que debe hacer cuanto antes es olvidar el resto, el enfado, a Muñiz, al Barça, porque así está establecido este sistema, así está establecida esta liga y así están establecidos los partidos ante los grandes desde tiempo ha. Y así, tristemente, están estipulados los partidos en el Camp Nou, en los que si superas o pones en aprietos al Barça, habitualmente hay otros obstáculos que superar.