Sobraron fallos, faltó eficacia

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha sufrido un derrota dolorosa ante el Levante. Un tanto inexplicable, todo sea dicho, porque el dominio, el fútbol, las ocasiones, hasta el penalti, fueron del Sevilla. Del Sevilla también fueron los fallos individuales (Fazio, Beto, Gameiro) y del Levante, eso sí, fue la eficacia. Porque apenas llegó tres veces a la portería de Beto y anotó tres goles que hundieron al equipo nervionense, que ve de forma increíble truncada su racha de ocho partidos sin perder y que sufre un enorme frenazo en su remontada y sus aspiraciones de alcanzar los puestos europeos. 

Permitan un breve repaso estadístico del encuentro que ilustra bastante bien cómo se desarrolló el encuentro: 26 remates del Sevilla por 7 del Levante; 35 llegadas al área por 7, 81% de posesión por 19%, y otros ejemplos que dejan claro que el encuentro, salvo el resultado, fue de color sevillista. Por qué, con esa superioridad, no ganó el Sevilla tiene explicación en la falta de efectividad del ataque hispalense. Los delanteros no estuvieron atinados, para nada, además Rakitic falló un penalti y oportunidades hubo de todos los colores. Pero no entró la pelota, porque faltó definición y porque Keylor Navas completó un magnífico encuentro. Hizo paradas increíbles de todo tipo, y su figura frenó al equipo local cuando mejor estaba.

Al margen de la falta de eficacia ofensiva, en el debe nervionense están los fallos defensivos, a la postre trascendentales. Primero el de Fazio. El buen central argentino, al que le cuesta enlazar varios encuentros de buen rendimiento, metió en un lío a su propio equipo a la media hora de partido. Tras un buen arranque de encuentro del equipo hispalense, con ocasiones, con juego, más o menos brillante, pero constante, continuado, tras un auténtico golazo de Coke, tras ponerse de cara el choque, el central argentino cometió un infantil penalti que Barral se encargó de transformar. Fue un auténtico jarro de agua fría para el equipo local, que había visto que todo su esfuerzo en los primeros 30 minutos se igualaba con apenas una llegada al área y con una pena máxima. Sentó tan mal esa jugada que el Sevilla hasta sufrió en los últimos minutos de la primera mitad.
Lo cierto es que la segunda mitad tuvo muchas dosis de paralelismo con la primera mitad. El conjunto hispalense desarrolló unos magníficos 25 minutos tras salir de los vestuarios. Manejó muchas variantes en ataque, gozó de muchas ocasiones, llegó por la banda derecha con claridad, disfrutó incluso de un penalti, que erró Rakitic, fue intenso, robó y fue superior al rival. Estos minutos de mejor juego hispalense se coronaron, eso sí, con un nuevo tanto, de Rakitic, cómo no, que se desquitó de su fallo en el penalti con una gran acción y buen gol.
Pero, de nuevo, cuando parecía encarrilar el encuentro el Sevilla, el Levante se rehízo. Parecía imposible, pero en dos saques de esquina el equipo valenciano remontó el encuentro. En una primera por un fallo de marcaje que permitió que Vyntra aprovechó al máximo, y en la segunda porque Beto dejó muerta una pelota para que Simao hiciera el 2-3 casi a placer ante un Sánchez Pizjuán boquiabierto, que había visto cómo su equipo desaprovechaba y desaprovechaba ocasiones y el Levante acertaba a las primeras de cambio.
Eso dejó muerto al equipo hispalense, al que además los cambios no le hicieron bien. Ni Diogo en el lateral zurdo ni Marin ni un alocado Jairo aportaron la claridad que precisaba el Sevilla.
La derrota es dolorosa porque el Sevilla mereció ganar, porque hizo más y mejor para vencer, y porque ha sido frenado cuando menos lo esperaba. Pero habiendo hecho más para ganar, también puso de lo suyo para perder, con errores individuales arriba y atrás, que pesaron mucho más que los aciertos. Faltó eficacia y sobraron errores.