Sevilla 'mannschaft'
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El mosaico a medias contra el Gladbach
Tras una primera parte muy equlibrada, con leve superioridad en ocasiones para el Borussia, el Sevilla completó una gran segunda mitad en la que hizo méritos suficientes para ser absoluto merecedor del triunfo. Funcionó en ataque y en defensa, y sobre todo funcionó de forma conjunta y como una buena máquina ante un rival duro y equilibrado. Se refieren los germánicos a su selección como mannschaft, equipo en su idioma. Pues bien, hizo el Sevilla más méritos para ganarse ese apodo. La renta es mínima, pero es renta, y no es poca cosa.
Los dos equipos se midieron mucho en todo momento. Era una mezcla de estrategia y respeto. De hecho, ambos conjuntos plantearon el partido de forma similar por momentos. Se repartían la posesión (45%-55%), los disparos a puerta (4-5), saques de esquina (2-3), fueras de juego (2-1), realmente el duelo era equilibrado, si bien es cierto que las dos mejores ocasiones las tuvieron los alemanes, a las que dio respuesta de forma impecable Sergio Rico, sobre todo en la segunda acción a remate de Johnson.
El Sevilla, por su parte, se intentaba defender con orden y salir al contragolpe, aunque cuando tenía la pelota no le hacía ascos a la posesión, ni mucho menos. Como tampoco le hacía ascos el Borussia a replegarse. Es más, cuando atacaba el equipo hispalense los once jugadores visitantes se encerraban en apenas 30 metros e cerraban todos los espacios, apenas abiertos por las acciones de Vitolo, el mejor de la primera mitad junto a Rico, y a veces por Reyes, si bien falló en dos contras los pases definitivos cuando más sencillo parecía. Porque eso sí, el Sevilla a la contra encontró más espacios que el Gladbach, aunque no supo explotarlos.
Faltó pues arriba más fuentes de pases, más espacios, y más jugadores que pudieran salvar líneas de forma individual. Atrás más firmeza cuando desenroscaban su tarro de esencias los alemanes, como en la jugada en la que Raffael dejó a punto de caramelo a Johnson. Por lo demás, las batallas estaban igualadas, como mucho en el encuentro. Era el caso de los centrocampistas.
Esa igualdad romper el Sevilla nada más salir en la segunda mitad. Esa fue la intención. El conjunto nervionense se fue más arriba y tuvo más continuidad con la pelota y también en campo contrario. Quizás se invirtieran las tornas. Los que corrían con la pelota a la contra eran los teutones, los que creaban peligro (perdón Went, Carriço salvó un par de uno contra uno) y se aproximaban desde la posesión eran los sevillistas. Mucho influyeron Banega, notable, y Vitolo, uno de los grandes responsables de esa continuidad en el juego sevillista. Conducía, avanzaba o provocaba faltas. Y también ayudó Emery, a su forma. Porque el técnico vasco sustituyó a Reyes, que se marchó con molestias, e introdujo en el campo a Diogo. Con el luso la banda derecha del Sevilla cobró otro color. No porque Reyes no se lo diera, pero cuando el utrerano bajaba enteros físicamente aparecía menos. Con Diogo y Aleix el Sevilla encontró un dúo quizás no muy lustroso, pero sí rápido, constante, profundo. Y si Aleix Vidal no acertó en una acción en la que llegó a línea de fondo, sí Diogo asistiendo tras un maravilloso pase largo de Pareja. Iborra recogió el pase y materializó lo que no pudo en un par de disparos anteriores.
Encontró el premio el Sevilla a esa valentía, a esa mejoría de la segunda parte. Asumió la responsabilidad e incluso en algún momento pudo lograr mayor ventaje. En cualquier caso, se va para Alemania con ventaja, que ante un rival de tamaño nivel no es poca cosa.
Al César lo que es del César. Y hoy le hemos pitado a Emery todo el campo por el cambio de Reyes-Diogo, y le ha salido bien. Nos ha dado un Zas a toda la afición. Hay que dejar trabajar a los profesionales y reconocer cuando lo hacen bien, por mucho que después lo queremos echar a la primera que se equivocan. Bien hecho Mister.