El Sevilla se desata

El Sevilla ya ha arrancado. Después de un inicio de la temporada dubitativo, después de un proceso que duró más de lo aconsejable, ya ha alcanzado un punto de competitividad más que positivo. Lo demostró en Manchester y lo ha demostrado pasando por encima del Getafe. Posiblemente porque sus jugadores de referencia empiezan a funcionar, unos porque han vuelto de sus lesiones y otros porque por fin juegan, caso de Konoplyanka. El caso es que el Sevilla se ha desatado y ante el Getafe goleó sin dar sensación de haber sudado en exceso para lograrlo. Arrolló a su rival, un Getafe al que minimizó, y lo hizo desde un fútbol intenso, sí, pero sobre todo desde un fútbol de mucho control y con calidad abrumadora en los metros finales. O lo que es lo mismo, controlando y midiendo el partido en defensa y en el centro del campo y dejando en manos de los buenos la parte ofensiva. El choque volvió a ser un recital de recursos ofensivos de Konoplyanka y de la maestría de Banega. Entre los dos, ayudados por la eficacia de Gameiro, que marcó su primer triplete en el Sevilla, se bastaron para arrodillar a un Getafe que no lo venía haciendo mal.
Ya sabe pues, o debe haberlo detectado Emery, en torno a qué puede fabricar este nuevo Sevilla. Nuevo porque tiene nuevos jugadores, de diferentes características, mejores por un lado, peores seguramente por otro, pero diferentes en resumen. Y como diferente que es, se abren nuevas posibilidades y también nuevos defectos. De los segundos se han visto varios en los primeros partidos de la temporada, de los primeros se vieron menos, pero esta semana han empezado a aparecer, y mucho. Fundamentalmente han coincidido con la explosión-aparición de Konoplyanka (calidad abrumadora), el retorno de Banega a buen nivel, la presencia de Rami y la consolidación de un centro del campo fuerte, ya sin N'Zonzi 
Todo ello lo debió percibir Unai Emery en Manchester y ante el Getafe apostó claramente por la continuidad. Acabó contento con el partido del Sevilla en Manchester y eso se plasmó en el once que sacó ante el Getafe en el Sánchez Pizjuán, con solo un cambio con respecto al de la Champions League, Mariano por Coke. El resto, los mismos que tutearon al City, los mismos que estuvieron a punto de puntuar en el Etihad y los mismos que, realmente, completaron un buen partido el miércoles. Quedaba claro que Emery daba por encontrado un once de garantías, un bloque en torno al cual fabricar el verdadero crecimiento del equipo. Un once en el que Konoplyanka es un generador de peligro y en el que, afortunadamente, se notaba la ausencia de N'Zonzi, en este caso para bien. Krychowiak e Iborra dan a día de hoy mayor solidez al equipo, y se agradece. Como se agradece la presencia de Rami en la defensa.
Se agradecen, en cualquier caso, los regresos de los futbolistas que estaban lesionados o inéditos. Rami, Banega, Konoplyanka... van dando otro aire al equipo. En especial, el ucraniano. El exjugador del Dnipro es una auténtica referencia ofensiva. Asiste, remata, regatea y concita la atención de los rivales. De hecho, cuando es titular, Tremoulinas está casi siempre mucho más liberado. Pasó en Manchester, pasó ante el Getafe. Luego, Konoplyanka es capaz de fabricarse remates (se volvió a encontrar con el palo en la primera mitad), pases de gol (uno a Gameiro no lo fue por el buen hacer de Guaita), penaltis (provocó el primero nada más arrancar la segunda mitad y empezó la jugada del segundo, en el que el Getafe se quedó con diez), marca con asiduidad (hizo el 5-0 y su quinto en la temporada) y continuas situaciones de superioridad y peligro. Es, en definitiva, un auténtico activo ofensivo del que todo buen equipo no debe prescindir. Y Emery no lo ha hecho en los dos últimos partidos, y eso que ha ganado el equipo nervionense. 
Fue el ucraniano uno de los más peligrosos del Sevilla este sábado, aunque no se quedó atrás Banega, que el argentino cuando está en el campo provoca tanto o más fútbol. Su bagaje ante el Getafe es llamativo. Provocó el rechace en el 1-0, asistió a Gameiro en el 2-0 y marcó el 3-0 de penalti. Y eso al margen del control y el dominio del juego que mantuvo durante todo el encuentro.
Entre Konoplyanka y Banega, Banega y Konoplyanka, apoyados por la eficacia de Gameiro en ataque, que marcó tres y pudo hacer algunos más, por la omnipresencia de Vitolo y por un centro del campo fuerte, el Sevilla se hizo dueño del partido, y eso que el Getafe quiso asomar en los primeros minutos con varios acercamientos de cierto peligro, sobre todo motivados por despistes locales y pérdidas innecesarias. Pero no fueron más que amagos, porque desde el primer gol e incluso antes el Sevilla se adueñó del encuentro. Y lo hizo desde la posesión, desde el ataque, y quizás no tanto desde la presión, como en otras veces. Es más, quizás pueda ser la evolución natural del Sevilla. Sin perder el valor de su presión y su intensidad, dar un paso más en la escala evolutiva de su fútbol, instalar en sus automatismos el poderoso argumento de la calidad a raudales, ganar partidos solo porque funcionen sus piezas fundamentales, sin necesidad de derroche. No será siempre así, está claro, y el no va más del juego al que debe aspirar el equipo de Emery es conjugar el fútbol en sus referencias ofensivas con la intensidad a la que acostumbra. Algo así ocurrió ante el Getafe y por eso el Sevilla arrolló a un equipo azulón que llevaba una trayectoria respetable esta campaña de la mano de Fran Escribá. El Sevilla lo difuminó.
Porque el Sevilla, ahora parece que definitivamente, ha arrancado su maquinaria en esta temporada. Tarde, sí, pero a tiempo. Encuentra sus referencias, golea a su rival y empieza a escalar posiciones. El Sevilla aparece en escena.