Un puñetazo en la mesa de San Mamés como confirmación
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Quitando la primera jornada de Liga en la que cedió un empate en casa, el Sevilla FC ha ganado todo lo que tenía que ganar. En todos los partidos en los que era a priori superior esa ventaja se ha visto reflejada en el marcador, y sólo se ha quedado sin la victoria en escenarios de postín como Anfield Road y el Wanda Metropolitano.
Este sábado le toca a los de Berizzo su tercera reválida. Va a San Mamés, un campo de batalla abrupto y difícil, a medirse a un histórico como el Athletic Club que, eso sí, no pasa por sus mejores momentos ya que hasta ahora no ha sido capaz de encontrar su mejor versión bajo la batuta del ‘Cuco’ Ziganda.
El Sevilla camina hacia el primer cuarto de la competición con un notable alto, casi sobresaliente, a nivel de resultados, aunque las sensaciones no son tan agradables. La afición y buena parte de la crítica le exige a los de Berizzo un mejor desempeño sobre el césped, un fútbol quizás más vistoso, desdeñando que este equipo tiene lo más importante que se puede tener en el fútbol, una efectividad máxima. A través de ese adjetivo elaboró Unai Emery un equipo tricampeón, argumentando además una intensidad superior a casi todos los rivales. Este está en camino de hacer suyas esas virtudes.
Y sólo con intensidad y efectividad podrá asaltar el Sevilla San Mamés. El Athletic no está del todo bien, pero si algo asegura es pelea y determinación. No se conoce a un vasco vestido de rojiblanco y calzón negro que se amilane a la hora de pelear ante un rival. Y menos a orillas del Nervión. Por ello, todo lo que sean medias tintas, como las que atenazaron al equipo en Anfield hace un mes, hará casi imposible que los hispalenses acaben con la racha de siete años sin ganar en Liga en Bilbao.
El gran problema sevillista será la ausencia de Éver Banega. El argentino es, sin duda, el faro del equipo, pero ante la capital importancia del duelo del martes en Moscú, y teniendo en cuenta que hace pocas horas que ha regresado a Europa tras su periplo con la selección, han obligado a Berizzo a dejarlo en casa. También se queda Mercado, en similares circunstancias que su compatriota.
Por ello, la zaga será completamente renovada, ya que Carriço y Pareja están out después de que hayan sido operados. Corchia, Kjaer y Lenglet son titulares seguros, y Escudero al 99% salvo que se le quiera reserva para Rusia. Sin Banega, todo hace indicar que la manija del equipo recaerá en Franco Vázquez, que será el más adelantado de una línea de tres que formará con N’Zonzi y Pizarro. Si el argentino se aburre del partido, Ganso podría desatascarlo, aunque el escenario no parece propicio para el carioca. Más dudas hay en las bandas, pues Berizzo tiene a todos disponibles, Sarabia, Correa, Nolito o Navas se disputan dos puestos, aunque en principio estos dos últimos parten con ventaja. Arriba, el titular será Ben Yedder. Primero porque le toca, y segundo porque Muriel también ha estado en Sudamérica estos últimos diez días y llegó hace nada. El colombiano, si viaja a Moscú, que lo hará salvo contratiempo, cubrirá cerca de 15.000 kilómetros de viaje en apenas cinco días.
El Athletic, que comenzó con dos victorias, se ha desinflado y ya lleva cuatro jornadas sin ganar. Pero lo peor es que está casi sumido en una depresión por la grave lesión de Muniain, un jugador diferente que aportaba esa pizca de imaginación necesaria incluso en un equipo como el vasco. Ziganda apostará por esa columna vertebral ya clásica de Kepa, Laporte, Raúl García y Aduriz, y su gran duda está en la medular. San José, Beñat, Mikel Vesga e Iturraspe se disputarán dos puestos. En las bandas juventud, con el ya consagrado Iñaki Williams y el pujante Córdoba.
En todo caso, la gran fortaleza del rival es, como casi siempre, La Catedral, uno de esos estadios de los que es muy difícil salir vivo. Con ese halo de leyenda que hace que una victoria, por lo civil o por lo criminal, sepa a gloria. Le vendría bien a este Sevilla ese puñetazo encima de la mesa. Es más, lo necesita. Una victoria de postín fuera de casa para redoblar la fortaleza de un equipo que hasta ahora ha ganado lo que tenía que ganar. Ahora toca sumar puntos de más, de los que no se presupuestan con claridad al principio de temporada. Y puede hacerlo.