Errores que se pagan

Un balón al aire, un posible contacto, una posible falta y una salida fallida amargaron la tarde al Sevilla y a los sevillistas. Una tarde que el equipo nervionense se había trabajado de forma notable, superando obstáculos y trampas planteadas por el Getafe. Alcanzó el equipo hispalense el minuto 92 con una ventaja mínima pero merecida, y llegó esa jugada fatídica en el salto de Cala con Sergio Rico. Contacto hay, pero Alberola Rojas no estimó que fuera suficiente para pitar falta. En todo caso, la salida del meta no fue todo lo contundente que debiera y el balón suelto lo cazó Ángel para igualar un encuentro que realmente debió ganar el Sevilla.

Había hecho un buen trabajo el conjunto de Montella, había peleado y obtenido soluciones a los muchos problemas que planteó Bordalás cerrando espacios y defendiendo juntos. Sobre todo en la segunda parte, donde la salida de Muriel aportó precisamente eso, soluciones a un partido complicado. Pero se fueron esos puntos que habrían sido tan válidos para acercarse de nuevo a la pelea por la Liga de Campeones.
El Getafe planteó desde el principio graves problemas al Sevilla para alcanzar el área con peligro. Planteó el equipo madrileño el encuentro con un enorme respeto al equipo nervionense, como respeto le tuvo Montella, que volvió a dar continuidad al once, en el que solo hizo un cambio respecto al que eliminó al Atlético de la Copa del Rey.
Pero esos obstáculos, en forma de acumulación de jugadores, muy juntos, por el centro, los intentaba sortear el Sevilla bajo el mando de Banega y Nzonzi, que movían y movían la pelota (más de 300 pases de los blanquirrojos en la primera mitad) en busca de huecos, de pases interiores que apenas existieron. Cobraron especial importancia en el partido los laterales, y Navas y Escudero, apenas los únicos que actuaban con espacios cuando sorprendían llegando desde atrás, fueron de los más activos. De hecho la mejor ocasión local llegó de un pase del palaciego que Ben Yedder remató de cabeza fuera por poco.
El Sevilla, eso sí, no se dejó adormecer por el encuentro, por el planteamiento del Getafe, y siguió poniendo empeño, ganas y criterio para superar las filas azulonas, en las que la contra se convirtió en arma ofensiva. La más clara, tras un contragolpe, la tuvo Amath, al que la pelota se le fue por muy poco.
Tras el descanso el partido continuó con la misma tónica, con un Getafe, eso sí, más agazapado aún y con menos fuerzas para salir a la contra. Pero con una férrea defensa que siguió abortando las múltiples intentonas del Sevilla. Pero no desesperó el equipo hispalense, ni Montella, que empezó a mover algunas piezas en el campo. La primera, que cambiaría el panorama, la de Muriel. Ben Yedder, más jugador de área, era más cómodo de defender. El colombiano hizo muchas cosas bien, pero sobre todo actuó con mucha inteligencia, cayendo a las bandas ante el atasco que muchas veces se producía por el centro.
También salió al campo más tarde Nolito, por un Vázquez agotado y al que el partido ya superaba a esas alturas. Y fueron los dos, Muriel y Nolito, trascendentales en el gol que inauguró el marcador. El sanluqueño, que se colocó como mediapunta, hizo de eso, de futbolista que da el último pase. Lo dio a Sarabia, que asistió a Muriel para anotar el tanto que por fin derribaba el muro azul.
Hasta el final del encuentro, siguió tirando de madurez el conjunto de Montella, que además no renunció nunca a salir a la contra, a ser vertical y buscar incluso el segundo, que pudo llegar en un jugadón de Banega, cuyo disparo se estrelló finalmente en el palo.
Pero en la acción aparentemente más insulsa, en un balón bombeado casi a la desesperada, llegó la citada jugada de la polémica, que de una forma o de otra amargó la tarde al Sánchez Pizjuán. Entre Alberola, que ya había enfadado a la afición en tres jugadas en las que los locales reclamaron penaltis, y la salida de Sergio Rico frenan la magnífica evolución del equipo sevillista con Montella en los últimos encuentros.
 

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