Premeditación y alevosía

Desde el sur, asistimos una vez más, y van… a uno de esos días de resaca postpartido ante el Real Madrid que solo la experiencia puede explicar. El país se ha levantado en armas este domingo, como todas las veces que el equipo capitalino no consigue los tres puntos, acusando con todos sus medios a todo bicho viviente que ose opinar o defender lo contrario y, sobre todo, al árbitro, al que ya habían puesto en la diana días antes y sólo les faltaba engatillar y disparar. Un ‘asesinato’ con premeditación y alevosía, con todas las letras. Todo lo que no fuera ganar, tendría un gran culpable.

Ricardo de Burgos Bengoetxea ha sido señalado y, apuesten lo que quieran, no volverá a arbitrar al Real Madrid en mucho tiempo. Quizás, en toda su carrera deportiva, pese a que es, objetivamente, uno de los mejores colegiados de la actualidad. Le recuerdo, sin tirar de datos, un magnífico arbitraje en un disputadísimo y siempre difícil Sevilla-Atlético de Madrid de hace dos temporadas, que llamó especialmente la atención en Nervión pero que en la capital de España, aunque en el otro bando, se escudriñó con lupa. Será costumbre.

Las jugadas polémicas ofrecen pocas dudas pese a la contaminación, el gol de Ramos en propia puerta fue fuera de juego, si se cree o no en las líneas según den la razón o no ya es otra cosa; reclamar el de Bellingham es un insulto a la inteligencia, pues la jugada parte de una falta muy peligrosa de Rüdiger sobre Ocampos que en ningún caso habría pasado por alto el VAR, pero además se dio varios segundos después de que más de la mitad de los jugadores dejaran de participar en la acción; y el penalti de Jesús Navas a Vinicius es el que ha repetido mil veces Carvajal en su carrera, en partidos clave, y en los que se ha alabado al lateral madrileño por su manera de influir en los rivales. Vamos, que en el imaginario colectivo madridista será un “penaltazo”, pero es más light que una Coca Cola Zero Zero agitada, abierta y consumida dos horas más tarde. ¿Ya han olvidado que para señalar pena máxima las acciones tienen que ser evidentes y contundentes? ¿Ya ha olvidado Ancelotti lo de "los penaltitos"?

Por el contrario, se obvian multitud de decisiones de De Burgos Bengoetxea que beneficiaron claramente al Madrid. La más importante, la de la falta de Ocampos sobre Carvajal que generó el gol del empate. No se ha visto una sola repetición y, de hecho, he tenido que recurrir a la retransmisión para volver a verla. Dejémosla, al menos, en dudosa. Más clara fue la limpia entrada de Erik Lamela que dio a Kroos la oportunidad de ganar el partido ya cumplido el tiempo reglamentario con una falta de las que el alemán suele clavar. Tampoco hay que pasar por alto que Vinicius, ese gran provocador que tiene carta blanca con el escudo de la lucha contra el racismo, pudo haber visto no menos de tres amarillas por su actitud sobre el terreno de juego -De Burgos huía-, que Mendy atropelló de forma evidentemente violenta a Jesús Navas tras destapar las vergüenzas del brasileño -¡qué jugada!- y no vio tarjeta, o que Carvajal placó a Ocampos en la línea de fondo al más puro estilo del Mundial de Rugby y no se señaló nada, no como al contrario en la decisiva jugada del 1-1. Sin olvidar la clarísima expulsión de Bellingham por pisar la rodilla de Rakitic que habría dejado al Clásico sin el hombre de los más de 100 millones de euros, el único fichaje de relumbrón de la temporada en LALIGA. No fue ni falta.

Sin olvidar la clarísima expulsión de Bellingham por pisar la rodilla de Rakitic que habría dejado al Clásico sin el hombre de los más de 100 millones de euros, el único fichaje de relumbrón de la temporada en LALIGA. No fue ni falta.

Ejemplos anteriores tiene el sevillismo en la historia para dar y regalar, pero dos de ellos son paradigmáticos. Los mismos que azuzan al madridismo afirmando que el Real Madrid incluso debió haberse retirado del partido son los que se mofaban y pedían sanciones ejemplares a Monchi en enero de 2020, cuando clamó ante un arbitraje ‘made in Bernabéu’ de Martínez Munuera. En mayo de 2021, el Sevilla empató en un Valdebebas desierto y dejó casi sin opciones ligueras a los merengues. Entonces, ya se hablaba de “no creer” en las líneas del fuera de juego, y se puso el grito en el cielo porque el VAR revisó una jugada que acabó en penalti a su favor, para convertirlo en pena máxima a favor del Sevilla por una mano de Militao con los brazos completamente abiertos que entra entre las más alevosas de la historia.

¿Por qué? Porque siempre pasa igual, y entonces nada se sabía del ‘Caso Negreira’ que hoy utilizan como excusa para todo. Recuerden, el VAR ha anulado a los blancos muchos más goles que a cualquier otro equipo de la competición. Es decir, ha corregido más veces que a ningún otro equipo decisiones transcendentales que nacieron injustas. Y eso que de vez en cuando da alguno, como el de Joselu al Getafe. Esto ya lo hemos vivido.

Antes del partido, el vicepresidente José María del Nido Carrasco pronunció unas palabras acertadísimas en cuanto a la relación del Real Madrid con el colectivo arbitral y, de paso, con LALIGA. Horas después, un acertado periodista las traducía a román paladino, exponiendo que en Chamartín siguen un plan establecido para reventar la competición española, en pos de su ansiada, utópica, ridícula e insultante Superliga. Este fin de semana negro le han dado unos cuantos hachazos más al árbol de LALIGA. Con premeditación y alevosía, como ha quedado meridianamente claro.