El Orban más íntimo: "Si no fuera futbolista, me hubiera dedicado a ayudar a la gente"

Hablar de Lucas Orban es hablar de profesionalidad, de esfuerzo, de amor por el trabajo; también de seriedad y de orden porque este 'pibe' de familia bien posicionada económicamente, rompe todos los moldes del futbolista: sabes tres idiomas, tiene la carrera de ADE y disfruta de un buen libre o de su guitarra. Orban se ha asentado en Valencia, la ha convertido ya en su segunda casa porque ha visto en el Valencia esa oportunidad que buscaba desde pequeño: poder triunfar en uno de los grandes clubes del mundo. Así cuando le llegó la oportunidad del Valencia ni se lo pensó: "Desde que el Ratón me transmitió el interés del Valencia quería venir acá, lo que más me gustó fue conocer el espíritu del club al que venía y los proyectos de futuro que tenían".

 
Orban desvela para VCFPlay varios de los secretos que poco a poco se van conociendo de este joven futbolista argentino que tiene genes húngaros. El año 2007 fue un antes y un después de su vida: militando en las inferiores de River sufrió el accidente que pudo cambiar su vida, ya que estuvo a punto de quedar paralítico: "Ha sido el peor momento de mi vida, cuando me tocó estar internado, seis meses casi sin poder moverme por el accidente". Lucas se golpeó la cabeza con un escalón y no sólo se vio afectado en dos vértebras sino que tuvo un derrame cerebral que se absorbió. "Ahora en el Valencia estoy viviendo el mejor momento de mi vida, así lo siento". 
El lateral valencianista está encontrándose como en casa; de hecho ha formado grandes amigos en la plantilla del Valencia, con los que comparte minutos no sólo dentro de la 'cancha', sino también sus ratos de ocio: tras la marcha de Zucu, tiene dos grandes amigos en el vestuario como son Rodri (De Paul) y Nico (Otamendi), que son "los encargados de preparar los mates", un sector el argentino que ha sido capaz de pegar el gusto por la cumbia a españoles y portugueses. Además, su integración en la sociedad valenciana cada vez es mayor, no sólo porque se le puede ver paseando constantemente por la montaña o por la ciudad, sino que en breve se atreverá a hacer una paella. "De momento ya he comprado todo lo que va al fondo de la paella (el arreglo), pero no me atrevo todavía, es una cosa pendiente que me queda por hacer y me lo apunto".
Aquel episodio del accidente le cambió, no sólo su vida, sino a la persona. El nuevo Lucas Orban es una persona comprometida. Le encanta colaborar en tareas sociales y le gusta conocerse cada vez más por dentro. "Si no hubiera sido futbolista me hubiera dedicado a ayudar a la gente, a yudar a los demás". En los malos momentos, saca la fuerza de dentro, su gran interior y mente le hace ser una persona privilegiada en ese sentido. No sólo descarga las energías con el yoga. "La fuerza la saco de mi espíritu, de mi corazón, de la persona que tengo al lado que me acompaña, de mis seres queridos, todos ellos son ese complemento que me todos los días me dan fuerza. Siempre me han dicho que el esfuerzo siempre premia y que nunca hay que rendirse. Y lo haga siempre".
Ese espíritu es el que le hizo marcar el gol en Sevilla, un partido que marcó un poco lo que iba a ser la temporada del Valencia, un equipo que nunca se rinde pese a ir con un futbolista menos y que ogró empatar cuando ya se daba por perdido el choque: "Estábamos con 10 y el partido estaba muy complicado, ese gol nos dio un empujón para después festejarlo como si hubiera sido una victoria, empezamos a ganar para no parar más". Orban es una persona sentimental y muy apasionado de lo que hace, por eso reconoce que le gustaría bajar ya del autobús con las botas puestas: "Cuando llegas al estadio y ves tanta gente esperando, me gustaría que el autobús fuera directo al césped del estadio. La emoción y las ganas son tan grandes que nos gustaría bajar con las botas puestas para jugar. Es que la afición transmite mucha emoción, la gente del estadio es increíble y me siento muy identificado con el espíritu de la hinchada".