Un empate que sabe a gloria

El Valencia CF jugó un gran partido ante el mejor equipo del mundo y sólo no ganó por culpa de un gol de Luis Suárez que arrancó en fuera de juego y que minutos antes debió ser expulsado. El colegiado no lo amonestó cuando debía y el uruguayo hizo el tanto en una de las numerosas ocasiones de las que dispuso el Barcelona. Con todo, como el Valencia lo mereció, en el 85 Santi Mina lograba el tanto del empate tras una buena contra y una cesión de Alcácer.

Con todo, y aunque los azulgrana tuvieron sus ocasiones, los de Mestalla, con diez bajas, cuajaron una gran actuación y durante muchos minutos minimizaron el poder del Barça, le jugaron de tú a tú y demostraron que, con la actitud que habían perdido con Nuno y un poco de cordura, pueden volver a ser el equipo temible que el año pasado sumó 77 puntos. El empate fue poco premio, pero supo a gloria.
Que era un partido grande, ante un rival grande se notó desde el principio. Tifo, ambientazo y un técnico, Voro, que diseñó un dibujo más conservador que de costumbre, con trivote en el centro del campo. No en vano, delante tenía al vigente líder de la Liga, con su once de gala y su temido tridente ofensivo formado por Neymar, Messi y Luis Suárez. En cinco minutos habían tenido dos ocasiones claras aprovechando la bisoñez de Vezo, no acostumbrado a jugar como lateral derecho.
La consigna de Voro, ante las numerosas bajas era que el equipo estuviera junto, arropadito atrás, para salir rápido a la contra y así minimizar la calidad del equipo catalán.
El Valencia, por su parte, le echaba arrestos y buscaba constantemente a un De Paul recuperado para la causa y que jugó como interior izquierda. Suyas, al más puro estilo Kily González, fueron las primeros arreones locales ante un Barça bien plantado y muy abierto.  
La consigna de Voro, ante las numerosas bajas (Javi Fuego y Joao Cancelo por sanción y los lesionados Diego Alves, Mustafi, Barragán, André Gomes, Feghouli, Negredo, Rodrigo y Orban) era que el equipo estuviera junto, arropadito atrás, para salir rápido a la contra y así minimizar la calidad del equipo catalán.
No quedaba otra, si vas a buscar a este Barça te revientan, y si no vas a buscarlo, pues casi que también. Vezo sufría, Aderllan no daba abasto con las ayudas pero se creció lo indecible. El brasileño hizo un auténtico partidazo ante el Barcelona. 
Sólo a la contra Mestalla recuperaba el aliento, porque cada vez que Messi, Neymar o Luis Suárez cogían la pelota, se cortaba hasta la niebla que envolvía Mestalla en la húmeda noche valenciana. Messi en el 25, sólo, remató centrado y Jaume detuvo sin problemas.  
Nada en el guión sorprendía: el Barça es mucho mejor y, aunque el Valencia estaba haciendo un partidazo, evitar que el mejor equipo del mundo te cree ocasiones es imposible.
Con el paso de los minutos el trivote se entonó y empezó a gustarse. Dani Parejo como stopper dirigía, Enzo ponía la garra y Danilo los detalles. Con todo, Mestalla enloquecía al son de De Paul. El argentino marcaba el paso, la pedía, la pisaba y la movía a su antojo. Todo y que personalizar en un jugador sería una injusticia. El equipo era otro. Garra, pundonor, ADN Valencia, la rabia y la garra que Neville pedía de Mestalla, aquí estaba.

Penalti sobre Enzo Pérez

Pasada la primera media hora, Enzo Pérez era objeto de un posible penalti por un agarrón de Piqué. El colegiado Jaume Latre no quiso ver nada.     

El Barça, sin embargo, con poco crea muchísimo peligro. Sólo un milagro evitó que los azulgranas se marcharan al descanso con algún gol a favor. Luis Suárez centró mal cuando se presentó sólo ante Jaume, el doble disparo de Rakitic se estrelló en la maraña de piernas valencianistas cuando llevaba marchamo de gol y Santos sacaba la bola en la línea ante la jauría ofensiva barcelonista.
Llegar al descanso sin encajar un gol, sin perderle la cara al partido, con tantas bajas y ante ese rival es digno de elogio; acabar presionándole en su área, es casi orgásmico.
Nada en el guión sorprendía: el Barça es mucho mejor y, aunque el Valencia estaba haciendo un partidazo y creando infinidad de problemas al rival, evitar que el mejor equipo del mundo te cree ocasiones es imposible. Llegar al descanso sin encajar un gol, sin perderle la cara al partido, con tantas bajas y ante ese rival es digno de elogio; acabar presionándole en su área, es casi orgásmico.

Nadie se acordaba de las bajas, pero sí del año pasado

Con todo, quedaban 45 minutos de sufrimiento por delante. Cualquier despiste podía costar caro. A estas alturas nadie se acordaba de las bajas, pero sí de lo sucedido hace un año cuando Busquets logró en el último minuto el 0-1. Los nervios estaban a flor de piel... pero con un matiz diferenciador, se empezaban a contagiar en el lado blaugrana. Luis Suárez pisó a Abdennour y 'cargó' contra Jaume ante la ira de Mestalla y la indiferencia del colegiado que, por su militancia barcelonista, prefirió no amonestarlo. Habría sido la segunda tarjeta, pues en la primera mitad le había perdonado otra. 

Se suma el colegiado a la 'fiesta'

No lo amonestó y, a la siguiente jugada, en fuera de juego, el que hubo de ser expulsado, anotó el 0-1. Se escapó en posición antirreglamentaria y fusiló a Jaume de cerca. Imparable. Después, gesto despectivo a la grada (haciendo el drácula), pero ni por esas vio la amarilla.
Nadie contaba con Jaime Latre y éste se sumó a la fiesta con dos decisiones que desnivelaron la balanza.
Nadie contaba con Jaime Latre y éste se sumó a la fiesta con dos decisiones que desnivelaron la balanza.
El Valencia no bajó los brazos, a pesar del gol en contra y de que los minutos empezaban a pasar factura en las piernas de los valencianistas. Voro tenía que mover el banquillo y lo hizo. En el 71 Bakkali, su potencia y su verticalidad saltaban al césped por un reventado Enzo Pérez. Rodrigo De Paul pasaba al trivote, y el belga a la banda. El cansancio se había convertido en el principal rival de los valencianistas, en el principal obstáculo para lograr un empate épico. 
Neymar, en una jugada aislada, disparó rozando el larguero de Jaume. Era, con todo, una acción aislada, porque el Barça definitivamente no estaba cómodo, y eso que el colegiado amonestaba a los valencianistas a la mínima, mientras que a Luis Suárez le había perdonado la expulsión. 
De Paul culminaba tuvo en sus botas el empate pero, fundido por la inactividad, disparó regular cuando lo fácil era cederla a Bakkali que llegaba sólo por la izquierda. El propio jugador belga tuvo la suya en el 80. Parecía posible. El Valencia sacaba fuerza de la flaqueza y Voro a Piatti por el argentino De Paul, que recibió con motivo, una de las ovaciones de la noche.

Voro se marcha a lo grande

La última carta del técnico de L'Alcudia, su despedida a lo grande antes de cederle el testigo a Gary Neville, fue sacar al canterano Tropi por Santi Mina. El gallego se llevó una gran ovación porque un instante antes había logrado el merecido gol del empate. Abdennour despejaba el balón largo, Alcácer la bajaba y se la dejaba franca a Mina que fusilaba a Bravo. ¡¡¡Gol!!! Mestalla enloquecía y con razón. Quedaban cinco minutos, que dieron para un paradón de Jaume y otro de Claudio Bravo. Mestalla, el estadio en sí, botaba al ritmo de una afición enloquecida que celebró el empate como si de una victoria se tratara. No era para menos.