Recuerdos de una época dorada: ¿Y tú dónde viviste las finales de Champions?
En estos tiempos de pájaros en libertad y helicópteros, uno tiene tiempo para reflexionar, echar la vista atrás y recordar como viví la primera final de Champions del Valencia CF hace hoy 20 años y todavía duele ver aquel vídeo. Lo recuerdo, como Angulo, con felicidad a pesar del guantazo tremendo que supuso para todos la derrota por 3-0 ante el Real Madrid. Y sí, lo recuerdo con cariño porque eran tiempos de supremacía deportiva, de felicidad, de no mirar atrás y campear por Europa y LaLiga Santander con ciertos aires de superioridad.
Recuerdo perfectamente los días previos a la final de París. El 'chateau' dónde estaba hospedado el Valencia CF a las afueras de la capital francesa. Había ambiente de euforia porque a los de Cúper no les hacía un gol ni el más pintado y el Madrid llegaba tocado, casi clasificándose de milagro y una buena dosis de suerte. Nada podía fallar, pero todo falló. El valencianismo pagó la novatada, el no saber estar en un escenario de ese calibre en el que se necesita un conocimiento que no viene en los libros de táctica futbolística.
Pronto la cosa se puso fea. Porque aunque el Valencia CF tardó en encajar, se veía en en el estadio de Saint Denis que aquel no era nuestro equipo, que nos lo habían cambiado. Así fue. A la hora de juego no había partido y uno, que siempre fue pragmático y sabía que le tocaba hacer 'vestuarios' (tomar declaraciones) abandonó la grada y terminé viéndolo en uno de los accesos al terreno de juego, cerca de la zona de prensa.
Veo la cara de Mendieta levantando el cuadro de consolación y siento como si fuera la mía propia. Se nos había quedado cara de tontos a todos. Nos creíamos los reyes del planeta y todavía no sabíamos que no era así.
La segunda final de Champions
Al año siguiente se repitió la historia y el Valencia CF volvió a clasificarse para una final. "Esta vez sí", pensamos todos. A San Siro no me tocó ir, lo vi en la redacción del extinto Diario de Valencia. De rodillas, casi como si rezáramos, vimos la tanda de penaltis. Recuerdo lágrimas y dolor generalizado. Yo no. Yo soy de llorar más adelante, cuando todo ha pasado. En ese momento, apreté los dientes, tecleé y me fui a casa a no dormir. La cara de tontos de la primera final de Champions dio paso a un dolor profundo que aún hoy dura porque esa noche muchos fuimos conscientes de que, a lo mejor, nunca volveríamos a ver al Valencia CF tan cerca de ganar una Champions League. ¿El fútbol se la debe a los de Mestalla? Pues probablemente sí, pero ¿Se la pagará? ¿Lo veré? Ojalá sí. También te digo amigo lector que, aunque el dolor sigue ahí, recordarlo es terapéutico y deja también buenas sensaciones en el cuerpo porque, con sus alegrías y sus tristezas, fue una época bonita para el valencianismo que jamás olvidaremos. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia