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El ruso Karelin, abanderado con tres potencias diferentes
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El ruso Karelin, abanderado con tres potencias diferentes

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EFE

El legendario luchador ruso Alexandr Karelin, triple campeón olímpico en lucha grecorromana, ostenta el honor de haber sido abanderado en Seúl 88, Barcelona 92 y Atlanta 96 con tres potencias diferentes: la URSS, la CEI y Rusia.

Ignacio Ortega
"En un espacio de tiempo muy breve porté las banderas de tres diferentes potencias: la URSS, la (Comunidad de Estados Independientes) CEI y Rusia. No se lo deseo a nadie", comentó a Efe Karelin, diputado desde que se retirara tras los Juegos de Sydney 2000.
Aunque orgulloso de sus orígenes rusos, Karelin reconoce que sigue añorando la Unión Soviética, Estado que acogía a casi 200 etnias diferentes y cuya bandera con la hoz y el martillo llevó en los Juegos Olímpicos de Seúl'88.
Con tan sólo 20 años y tras haberse proclamado campeón de Europa por primera vez, fue elegido abanderado soviético, responsabilidad que no le impidió colgarse su primer oro en la capital surcoreana.
Tras la desintegración de la URSS, de la que se cumplirán pronto 25 años, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió que las quince repúblicas que integraban el Estado soviético debían competir bajo una misma bandera en Barcelona 92.
"Era la bandera blanca con los anillos olímpicos. El COI decidió acertadamente que debíamos seguir compitiendo como Equipo Unificado", recuerda.
De esta forma, Karelin se hizo con su segundo oro y la CEI, que incluía a países ya independientes como Ucrania, Bielorrusia o las tres repúblicas bálticas, encabezó el medallero con 112 metales por delante de Estados Unidos, su gran rival durante la Guerra Fría.
Con vistas a Atlanta 96 el luchador fue de nuevo elegido abanderado y en esta ocasión portó la tricolor de la Federación Rusa, que tuvo que conformarse con el segundo puesto en el medallero con 63 metales, muy por de detrás del anfitrión, que sumó 101.
En la ciudad norteamericana el luchador siberiano sumó su tercer oro, además de doce títulos europeos y nueve mundiales, mientras en Sydney sólo puede ser plata, tras cometer un error infantil en la final ante el estadounidense Rulon Gardner, su primera derrota en 13 años.
Aunque sigue vinculado a la lucha, ahora dedica casi todo su tiempo a la política, en la que está enrolado como diputado del partido del Kremlin por su ciudad natal, Novosibirsk (Siberia).
"Fue difícil la transición del deporte a la política. Mis seguidores ahora son mis electores. Tres veces campeón olímpico suena mucho más convincente que diputado en cuatro legislaturas", señala.
Karelin no perdona a Occidente que contribuyera a la desintegración de lo que él considera "un gran país" en quince trozos, desde Ucrania al Báltico, el Cáucaso o Asia Central.
"No sólo no nos podían perdonar nuestra hegemonía militar, sino también nuestra intachable reputación como potencia deportiva. Fui ciudadano de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, ruso de origen y lo sigo siendo", asegura.
Admite que con las victorias de los atletas soviéticos, el Kremlin quería "demostrar al mundo las ventajas del modo de vida socialista", pero insiste en que "aunque dejara de existir, no todo lo que nos enseñaban en la URSS era malo".
En el plano deportivo, con la disolución de la URSS desaparecieron muchos clubes y academias, mientras los entrenadores se vendieron al mejor postor, con lo que se rompió la cadena de selección de los mejores deportistas entre los 300 millones de ciudadanos soviéticos.
"Nos concentramos en la supervivencia. Pero hemos conservado los métodos de entrenamiento. La tradición no se ha perdido. Es cuestión de tiempo. El territorio se ha reducido, pero étnicamente somos muy ricos. Saldrán deportistas competitivos", pronostica.
Karelin considera que el abanderado en unos Juegos debe haber sido campeón olímpico y tener opciones de colgarse de nuevo oro en Río de Janeiro.
Estas condiciones las cumplía a la perfección la zarina de la pértiga, Yelena Isinbáyeva, doble campeona olímpica en Atenas 2004 y Pekín 2008, y bronce en Londres 2012, pero fue descartada al haber sido excluido el equipo de atletismo ruso al completo de Río.
Poco importa que tuviera la mejor marca del año al aire libre (4,90), por lo que el elegido es el capitán del equipo de voleibol, Serguéi Tetiujin, campeón olímpico en Londres.
En cuanto al escándalo de dopaje, asegura que es un problema global, aunque en Rusia pueda parecer "más agudo" que en otros lugares, y niega que el Estado haya intentado encubrir casos positivos.
De hecho, Karelin fue incluido en la comisión independiente antidopaje creada por el presidente ruso, Vladímir Putin, antes de que el COI decidiera permitir a los deportistas rusos competir con condiciones en Río.
"Prefiero que me teman a que me quieran", sentencia este luchador y diputado siberiano de físico amenazante, pero maneras suaves y con un irresistible carisma, que añora los tiempos en que el equipo soviético sembraba el terror allá donde iba.

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