El Portugalete modifica la mitad de su plantel para intentar el asalto a Segunda B
Con el objetivo de mejorar el tercer puesto del curso pasado y asaltar el playoff de ascenso, el Portugalete de Carlos Docando se cimenta sobre pilares sólidos, mezcla de juventud ambiciosa y veteranía con poso, preparada para “crecer en La Florida”. El técnico reconoce que están “pendientes” de poner la guinda al plantel.
Docando, que cuajó una excelente campaña el curso pasado superando obstáculos tras un arranque dubitativo, ya ha presentado en sociedad su nuevo proyecto: “Tenemos muchas caras nuevas, jóvenes y veteranos. Es mi segundo año, conozco mejor al club y a la afición. El año pasado fue muy bueno y ahora montamos un equipo completamente nuevo”, explica el entrenador gualdinegro. Un plantel expectante para acoger algún fichaje más de tronío para poner el broche, apuntando al puesto de ariete: “Estamos pendientes de algún jugador más, pero contentos, la plantilla es muy maja, con gente que quiere progresar y que está motivado para jugar y crecer en La Florida”.
Un Portugalete que se ha reforzado en todas las líneas con, de momento, una decena de incorporaciones. En la retaguardia, con Adrián Gil y Javi Cerro (ambos del Zalla), Xabi Galán, lateral izquierdo formado en el Athletic y que regresa de su temporada en Osasuna B, e Ibai Rejas, un extremo polivalente cuarteado en Segunda B. En la medular arriban del Gernika Igor Salutregi, uno de los mejores talentos sin duda de la categoría, y Asier Santxo, un todoterreno con experiencia también en Segunda B y desde el Elgoibar, un joven prometedor como Haritz Albisua. Y en vanguardia, tres jóvenes con hambre de gloria como Aitor Kortabitarte, del Basconia, Borja Álvarez, del Zamudio y Niko Ybarra, del Zalla.
Además, permanecen en el club hombres muy implicados, ya de la casa por sus años de servicio, como Urko Macías, Ander Vidal y Alberto Pérez, aderezados por Etxaniz y los dos Sergios, García y Martín. Los jóvenes canteranos, Kevin Fernández, portero y el defensa Navarro, buscan su cuota de protagonismo. La exigencia en la Villa jarrillera es máxima. No se permiten baches.
