[Review] El Ministerio del Tiempo 2x12: Hasta que el tiempo nos separe

El Ministerio del Tiempo mola, hagan lo que hagan, y seguirá molando. Sin embargo el capítulo de hoy comienza a sembrar ciertas dudas. ¿Es hora de pensar en el futuro de la serie? ¿O por el contrario ha sido un leve tropezón antes de levantarse con mas fuerza y encarar una esperadísima tercera temporada? Sea como fuere, es una pequeña decepción en comparación al nivel al que nos tienen acostumbrados, sobretodo en comparación a Tiempo de lo Oculto, el capítulo de la semana pasada y que es sin duda TOP de la serie.

Esta semana nos vamos de bodorrio, es la época de las comuniones, bautizos y bodas, y seremos invitados a una muy especial entre dos agentes del Ministerio del Tiempo: Ortigosa y Natalia, a la que por supuesto están invitados todos los agentes desde Salvador a Velázquez, todos a excepción de Ernesto que decide mantener el puesto por lo que pueda pasar. La boda tendrá lugar ni más ni menos que en el Castillo de Guadamur, en Toledo. Ni los mejores guionistas podían predecir la repercusión que tendría este castillo durante esta última semana debido al incidente con las imágenes allí proyectadas, pero hablamos de El Ministerio del Tiempo, los reyes de la oportunidad. Todos los agentes preparan para vestirse con sus mejores galas, Alonso tiene la difícil tarea de combatir por primera vez con el nudo de una corbata, y hasta Amelia deja de lado su faceta prudente en cuanto a enseñar demasiado (viniendo de la época en la que viene) y luce un escotazo que deja a todos asombrados (el primer detalle que escama del episodio, y que muchos no le vemos demasiado sentido, aunque Aura Garrido brille con luz propia).

Pero no será la boda entre agentes del Ministerio del Tiempo la que protagonice el episodio, si no la de Constanza, una joven y hermosa plebeya que es prometida al señor del castillo, Fadrique, y que decide huir con su verdadero amor, un humilde pastor de las tierras. Sin embargo como en las clásicas historias, la pareja es capturada, y él es derrotado en combate por el propio Fadrique, que ademas de ser el señor del castillo es conocido por sus proezas con la espada. Tras ello, Constanza es obligada a contraer matrimonio con su señor, sin embargo la pena se apodera de ella y en la noche de bodas decide huir y lanzarse desde lo mas alto de la torre... o al menos eso cuentan las leyendas del castillo.

800 años mas tarde, en el presente, y tras una boda clásica (todo lo clásica que puede ser en un castillo) con los típicos primeros roces entre invitados y el típico cuñado pesado interpretado por un fantástico Raul Cimas, tendrá lugar un lujoso convite. Y a todo esto que aparece el bueno de Diego Velázquez, desaparecido desde la noche anterior (casualmente la despedida de soltero del novio) y portador de unas jaquecas muy extrañas... Si ya era genial ver a Velázquez, verlo puesto hasta arriba ya es el culmen de la excelencia.

Pero tras la comida, llegan los primeros bailes y las penúltimas copas. Algo que no provoca recuerdos agradables en Julián que decide abandonar el salón en solitario. Pero Amelia, quizá embriagada por el romanticismo del ambiente, y tras haberle estado ignorando desde su regreso de Cuba, le persigue preocupada para animarle en estos momentos que le traen tan duros recuerdos. Tanto que los amantes de la relación Julián-Amelia se estaban empezando a levantar emocionados del sofá, hasta que algo sobresaltó a los dos. La joven Constanza subida en lo mas alto del torreón y a punto de saltar para acabar con su vida.

Tras descubrir que la leyenda era cierta, otro problema recae sobre El Ministerio del Tiempo, y es que el castillo posee una puerta no registrada hacía 1212. Y si Constanza ha sido capaz de pasar, no es de extrañar que también lo haga Fadrique con sus hombres en busca de su esposa. Algo que por supuesto no tarda en ocurrir. Sin embargo ¡bendito deux ex machina!, la wedding planner (otra pesada de las bodas) tenía previsto una representación teatral sobre la leyenda de Constanza y Fadrique, con lo que al entrar el gran señor del castillo en acción y amenazar a los presentes preguntando sobre el paradero de su esposa, todos los civiles se quedan pasmados cual muggles asombrados de "tan genial" interpretación.

Julián y Amelia, aprovechando el espectáculo de fuegos artificiales, consiguen hacer huir a Fadrique, no sin antes llevarse a Elena para desposarse con ella tras haber perdido de vista a Constanza en un lugar tan extraño. Pero nuestro querido Alonso de Entrerrios no lo va a permitir, y reta en combate al señor del castillo. Lo que da pie a una escena, cuanto menos olvidable, con un excesivo e innecesario uso de cámaras GoPro instaladas en las propias espadas, y dando como resultado planos extraños, mareantes, y cuyo uso no aportaba nada a una escena ya de por si difícil, al ser un combate en un espacio relativamente reducido. Una mala guinda en un pastel que, a pesar de seguir siendo El Ministerio del Tiempo y por ello seguir molando como comentaba al principio, es posiblemente de los peores capítulos de la serie. Esperemos que haya sido un paso hacía atrás solo para volver a coger impulso y recobrar el nivel habitual.

Y tras el combate, donde por supuesto salió victorioso Alonso, aunque con una difícil charla con Elena pendiente quién presenció toda la escena, Fadrique huyó a su época con las manos vacías. Mientras, Constanza es enviada al convento de Tordesillas, donde Angustias hizo tan buenas amigas y donde decide pasar el día de la boda, deleitándose con sus famosos dulces. Y como colofón final a la boda, una nueva aparición estelar de John McClane Spinola, quién llega tarde para solucionar los asuntos con Fadrique, pero si justo a tiempo para darle una más que merecida bofetada al pesao del cuñado, convirtiéndose en 10 segundos en el héroe del episodio de hoy.

Y con ello llegamos al final del capítulo. No sin antes recuperar la charla pendiente entre Julián y Amelia, quien le confiesa su relación pasada con Pacino, la cual cambió su futuro por completo...