Que la ilusión no abandone la grada
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Los amigos de ElDesmarque Bizkaia me pidieron unas líneas en las que, como aficionado del RETAbet Bilbao Basket, expresara la imagen de los hombres de negro hasta la fecha, desde el punto de mira de quien acude al Bilbao Arena como seguidor.
Está claro que lo que no haré será desgranar los entresijos de lo que en la pista o en el banquillo ocurre, para eso ya están, como alguien dijo una vez, los “opinadores profesionales”, quienes desde su púlpito alteran a la parroquia, bien ilusionándola con algún pequeño detalle o hundiéndola más con noticias o afirmaciones nada gratificantes. No es mi intención, como comento, explicar lo que al conjunto de los hombres de negro le pasa en la cancha. Si el entrenador cesado lo hacía mejor o peor que el actual, o al revés, que sobre gustos ya se sabe. Ni decir si hace falta un jugador en determinada posición o si no se anota por un motivo o la defensa no funciona por diferentes cuestiones.
Eso lo dejamos para las tertulias de antes y después de los partidos, en las que diferentes voces se despachan a gusto. Y lógicamente durante el encuentro, ¡qué sería del que está en su asiento en el pabellón o viéndolo por la televisión no pudiendo comentar las acciones de la pista! Sí me gustaría hablar sobre la afición, ya que últimamente llaman la atención las quejas de una parte de la grada, puede que con razón o no, sobre el resto de los asistentes a Miribilla, haciendo ver que el otro bando es un “poco culpable” del cementerio que en muchos días se ha convertido la cancha bizkaina. Apreciación que surge indistintamente de un fondo u otro. Cuando se sienten los colores, se sufre en el mismo grado, tanto en el asiento del pabellón como a través de la televisión. Que la pasión se exteriorice más alto o bajo, mucho o poco, no quiere decir que se tenga que hacer una escala del 1 al 10 para ver quién es mejor en el ranking de seguidores. De eso ya se encargan en un medio, concediendo el premio a la mejor afición, al que aplaudo por el galardón de este año.
Está claro que la marcha irregular del conjunto ha sembrado de pesimismo y de duda a ciertos sectores del Bilbao Arena, lo que se ha trasladado al campo en escasa entrada en algunos encuentros y lo que es peor, poca animación, lo que ha derivado en este pequeño despropósito de críticas cruzadas. Librémonos de prohibir al seguidor opinar sobre lo que acontece a su equipo.
Claro que puede y, es más, debe de hacerlo, ya que las críticas suman para mejorar, pero una cosa es el reproche, y otra es hacer huelga de garganta o de brazos caídos en dejadez de funciones, como se comenta y en muchos casos, se evidencia. O lo que es peor, dejar abandonado ese asiento que paga religiosamente porque no va la cosa como piensa que debe de ir. Desde luego, no es esta la mejor manera de hacer ver la opinión del devoto.
El choque de hace unas semanas ante un rival directo en la tabla, sirvió para ver este sin sentido de alter egos de asientos. En ese encuentro, la afición rival hizo recordar lo que era no hace mucho la grada que puebla el Bilbao Arena o como dicen algunos y algunas, la que llenaba Miribilla. Cada aficionado lógicamente tiene su opinión. Personas unidas por un sentimiento, disfrutando o sufriendo con el devenir de lo que en la pista ocurre. Sin distintivos ni jerarquías de ningún tipo, dando apoyo y aliento desde antes el salto inicial hasta el final del partido, fuera el rival que fuera, sin diferenciar la categoría de competición. Eso es algo que no se debe de perder, una embriaguez que se debe mantener, ya que hace que desde una punta a otra se vibre con lo que acontece en la pista. Y esto sin duda es contagioso. Miribilla no es que ahora mismo sea el infierno de hace unos años, tampoco nos vamos a engañar, la hoguera ya no calienta como antes, pero no quiere decir que no pueda volver a hacerlo. La ilusión del novato, de luchar de tú a tú con los más grandes en pocos años, de competir en la máxima categoría y de poder estar en lo más alto. Esa chispa se ha perdido en buena parte de la grada, o esa sensación da, pero eso no quiere decir que la mecha está apagada, o asi al menos se ha visto en estos últimos choques en casa.
El equipo no es el de hace unos años, los problemas económicos han llevado a que se tenga que buscar dentro de las posibilidades. A veces se acierta, como otras se falla, pero la situación actual ata bastante en todos los sentidos y no permite locuras, que bastante se tiene con poder atajar y paliar los males de grandeza creados tiempo atrás. Y eso es algo que el aficionado debería de tener en cuenta y claro. No es una situación para pensar en metas altas, más bien para sobrevivir y si todos y todas reman en la misma dirección, esta etapa se podrá digerir de la mejor manera. En los malos momentos, la unión hace la fuerza. La desunión y la desgana además de contagiar, hunde. En el deporte está claro que lo logrado se olvida fácilmente y cuando no se alcanza lo conseguido o las cotas de hace unas temporadas, parece que no tiene valor lo actual. Y eso es algo que se ha notado. La imagen en varias jornadas de Eurocup no ha sido nada halagüeña, con un campo medio vacío que daba una imagen desangelada, entendiendo que en esta competición esto puede ser incluso debido al horario de los partidos. Pero esta situación, por mala suerte, también se ha vivido en partidos de Liga Endesa, aunque parece que poco a poco va mejorando en la competición domestica, donde además del encuentro ante Burgos, se vio una grada repleta ante Estudiantes y la Penya. Esto fortalece y permite que el calor se pueda transmitir, llegando los gritos de aliento de un lado a otro, contagiándose estos de una fila a otra y sintiéndose en el parqué las voces de ánimo.
Los últimos encuentros en casa han servido para ver que la afición está con los suyos, poblando las gradas. Solo se necesita una chispa, una motivación y sobre todo la unión. Esa es la fuerza de este club y esta debe de ser el lazo en los momentos no tan buenos, que desgraciadamente están al orden del día actualmente. Que estos partidos no sean un espejismo y sean una punta de lanza para no tener que mirar a otros campos añorando viejos tiempos de animación bilbaína, sino que sirva para volver a atraer y resurgir las voces y los canticos de apoyo, no de reprobación o abandono. Obradoiro es este domingo el siguiente paso para que el BB siga escalando y con él su gente, subiendo el calor y el color de las gradas. Esto es únicamente la opinión de un seguidor, nada más, puede que algunos estén o no de acuerdo, pero lo que está claro es que entre todos y todas sumamos. No perdamos la ilusión, no dejemos que los malos momentos se apoderen de nosotros. Queda mucho por llegar y eso es lo que nos debe de mantener vivos y con ganas.
Por Juan Laderas