La afonía del león

El rugido no se escucha, no se distingue entre el bullicio. Los zarpazos no dejan huella, ni siquiera hacen daño, sólo algunas veces, cada vez menos. El Athletic Club no domina, no manda. No puede con la pelota y eso le hace vulnerable. Los leones han entrado en el terreno de la nada, del conformismo.

No es nuevo, viene de atrás. Ni antes la cosa pintaba tan bien ni ahora tan mal. El asunto no parece grave porque la situación en la tabla no es alarmante si no, otro gallo cantaría. El personal se aburre, lo hace de un tiempo a esta parte. El tema es que después del aburrimiento viene la protesta y ésta ya ha aparecido.
  Los males del equipo de Ziganda son directamente proporcionales a su juego y expresión en el campo. Los síntomas de su declive los detectamos ya en tiempos de Valverde y en la nueva era no han hecho más que amplificarse. Entonces siempre había quien en un momento de calidad o coraje salía al rescate de un juego ramplón y anodino. Ahora es más complicado, los salva-partidos se cuentan con la mitad de lo dedos de una mano. Es de ley que jugar con fuego siempre es peligroso, lo bueno es que antes la llama estaba controlada.  Cuando tus jugadores no se ofrecen, no ocupan los espacios, no se asocian y, lo que es peor, corren detrás de la pelota, es que algo no estás haciendo bien. Cuando además reculan y reculan partido tras partido una vez han hecho gol, es que tu doctrina no funciona. El ADN es individual y no colectivo. El problema aquí es que encontrar algo en común a estos futbolistas empieza a ser una quimera. Los ejercicios de impotencia esta campaña, empiezan a acumularse en el debe del equipo y San Mamés está viviendo una de sus peores años, cero fútbol y menos goles.  Todos somos conscientes del potencial de los demás, es obvio. No hablo de pelearle nada a Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid o Valencia esta campaña. Pero sí cuento con ser superior aunque sea en tu casa a equipos de mitad de tabla. El equipo está, ha estado, a merced de equipos que son a priori netamente inferiores y que llenan sus plantillas de futbolistas que llegan de la segunda división. No se piden máximos, lo que se pretende es ser tú mismo y con esas virtudes ser los suficientemente capaces como para sacar partidos adelante en esta liga.
  No quiero entrar al detalle de uno u otro. No es el momento porque el problema no es individual, es grupal, es de concepto. Es el de saber a qué se juega o no. Los peloteros son los ejecutores pero el plan establecido no se ve por ninguna parte y es el que hay que encontrar. Kuko habló de jugadores que corran, madre mía, 21 jornadas y no sabemos quién lo hace... o ¿es qué no lo quieren hacer? Mal vamos entonces.   Son momentos complicados estos para el Athletic y su filosofía. Las teles han hecho ricos a unos que antes no tenían para pagar la luz y ponen en cuestión el mercado futbolístico. Los pretendidos ahora tiene muchas más opciones y la de Ibaigane ya no es tan competitiva como antaño. A eso le debemos unir que los buenos se marchan porque llegan con el talón y no te queda otra que, aunque con lágrimas en los ojos, despedirles con honores por los servicios prestados y por la tela dejada en la caja. Malos tiempos para la lírica.   Tenemos que acostumbrarnos a que todo esto pueda pasar pero no por ello el Athletic debe modificar su hoja de ruta, ni un paso atrás. La ventaja del equipo rojiblanco es su propia idiosincrasia, sus valores. Con este modelo es posible hacerlo mucho mejor y seguir ilusionando a toda esa afición que ahora mismo anda cabizbaja. Hay que creérselo y confiar pero sobre todo no jugar a lo de los demás. Hay que seguir siendo diferentes pero eso implica una mayor complicidad entre todas las partes y un compromiso fuera de toda duda.
Goazen equipo, Aúpa Athletic!
Por Jose Manuel Monje, periodista de Onda Vasca

@monjeondavasca