El orgullo infinito del Sevilla
El Sevilla ya no es grande, es eterno. Ganar la Supercopa, vistas las circunstancias, era imposible, casi una quimera y aún así, el equipo de la casta, del coraje, del orgullo, del amor propio, estuvo a punto de hacerlo. El Sevilla ha sublimado la derrota, ha hecho grande la tristeza, se ha hecho aún mayor a partir de un mal resultado, y lo ha hecho muriendo con las botas puestas, como un héroe de película, como los equipos que pasan a la historia, muy pocos, a pesar de caer derrotados.
¿Quién no recuerda el Alavés-Liverpool? ¿Y el Milan-Liverpool de Estambul? El Sevilla ha sido capaz de elevar el concepto de derrota a la máxima expresión con tres bajas en la misma zona del terreno del juego, Krychowiak cambiado de posición y dos lesionados durante la prórroga. El Sevilla encajó el 5-4 en el minuto 114 y perfectamente pudo meter dos goles al mejor equipo del mundo, al mejor jugador de la historia, en el tiempo que quedaba de partido.
Habrá tiempo para reflexiones deportivas antes de que empiece la Liga, pero lo único que deben tener claro los sevillistas, lo que nadie debe dudar jamás, es que este equipo nunca se rinde, que este equipo tiene más orgullo que ninguno, y que todos, absolutamente todos ellos, deben caminar con la cabeza bien alta, tanto como los futbolistas después de ganarse al mundo aún perdiendo 5-4 en Georgia. Enorme.