DOOM: The Dark Ages – Un puñetazo medieval al alma de la saga

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El DOOM más ambicioso y explosivo hasta la fecha
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Una vuelta al pasado que se siente como el futuro del FPS
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DOOM: The Dark Ages, todo lo que promete la épica precuela de iD Software
Desde que DOOM volvió en 2016 con ese enfoque renovado, vertiginoso y visceral, id Software ha demostrado saber lo que hace cuando de destrozar demonios se trata. Después llegó DOOM Eternal en 2020, y aquí la saga pisó el acelerador y abrazó una identidad casi arcade, con saltos, combos y cambios de armas rítmicos que transformaron cada encuentro en una coreografía sangrienta. Id Software ha querido crear un juego divertido y de acción sangrienta y vertiginosa en cada entrega moderna de su saga clásica, pero en todas ellas ha querido hacer algo nuevo. DOOM: The Dark Ages no es una excepción.
Y desde luego nos llevamos una sorpresa cuando se anunció el juego. Se trataba de una precuela con aire medieval y muchos nos hicimos muchas preguntas: ¿un Slayer con escudo?, ¿Castillos en lugar de laboratorios futuristas?, ¿Dragones? No teníamos ni idea de que tenían en la cabeza sus desarrolladores. Pero, tras disfrutar de sus impactantes 22 capítulos, podemos decir que se trata de una de las propuestas más contundentes y coherentes que ha ofrecido la franquicia. Y más importante: además es un regreso a la jugabilidad más clásica de la saga. Este DOOM se parece mucho más a aquel juego que nos maravilló hace ya 32 años y que es capaz de funcionar en una calculadora gráfica o en un test de embarazo.
Una vuelta al estilo DOOM original
Jugar a DOOM: The Dark Ages es como abrir una caja polvorienta del pasado para descubrir que dentro hay dinamita como nueva, aun sin detonar. El tono techno-medieval no es un simple cambio estético; se convierte en el alma del combate. La principal diferencia está en la filosofía de lucha: ya no se trata de correr y disparar como en el DOOM de 2016, ni de volar entre plataformas como en Eternal. Aquí, se trata de plantar cara y de esquivar mientras esos proyectiles lentos que llegan de todos lados y que eran tan característicos del DOOM clásico. Esto va de bloquear, contraatacar y hacer que cada impacto cuente.

Pero que id Software haya mirado al pasado para montar su ‘nuevo estilo de combate’ no quiere decir que todo sea ‘viejuno’. Hay muchas novedades y la más importante es el la Sierra-Escudo. Esta bestialidad dentada sirve para protegernos, sí, pero también es una maravillosa arma arrojadiza y nuestra herramienta de. El cambio de ritmo es notorio desde el primer segundo. Parar un proyectil enemigo justo a tiempo, devolverlo con precisión quirúrgica y luego embestir con el escudo girando como un disco de la muerte... Es algo que resulta tremendamente satisfactorio. Y aunque al principio puede descolocar al ‘veterano’ de las dos anteriores entregas de DOOM, en cuanto interiorizamos la nueva cadencia de combate, las notas van ligándose y afinándose en una “melodía de la brutalidad” maravillosa.
La sensación de peso es clave. Si en DOOM Eternal éramos un caza de combate, aquí somos un tanque de guerra. Cada paso, cada golpe, cada ejecución tiene una contundencia que transmite el enorme poder del Slayer. No nos movemos menos, pero nos movemos de forma muy distinta. Hay una coreografía en el caos que te exige entender los movimientos de los enemigos, buscar el punto débil de cada uno y saber cuándo parar o cuándo aplastar con el puño cargado o con el escudo-sierra en todo su esplendor. Y no dejar nunca de moverte. DOOM en estado puro.
Mecadragón grande, ande o no ande
Y cuando crees que ya has visto todo y que has dominado el combate (o estás empezando a hacerlo), DOOM: The Dark Ages te lanza un nuevo capricho infernal: pilotar un mecha del tamaño de un rascacielos para repartir puñetazos a demonios titánicos. Las secciones con el Atlan, ese coloso metálico que hasta ahora solo habíamos visto en lore y cinemáticas, son brutales. Cada paso hace temblar la tierra, y cada golpe revienta demonios como si fueran bolsas de vísceras. Es como un Pacific Rim del averno, y el ritmo de combate cambia de nuevo: combos de puñetazos, medidores de energía para ataques especiales, y hasta un cañón capaz de hacer llover entrañas sobre el campo de batalla.

Y por si no fuese suficiente con el Mazinger Z estilo ‘John Carmack y John Romero’, también hay niveles en los que cabalgamos sobre un mecadragón. Aquí el ritmo se vuelve más cercano a un shoot’em up, con secciones aéreas donde esquivar, disparar y lanzar ataques cargados, al más puro estilo Panzer Dragoon, y que se convierte en una sinfonía de fuego y rayos láser. Puede que estas secciones no tengan la agilidad que uno esperaría de un dragón volador (es algo más parecido a un helicóptero con esteroides), pero el espectáculo visual y el sentido de escala lo compensan con creces. Cuando derribamos una Nave del Averno desde el aire y aterrizamos sobre su cubierta para destruir su núcleo a golpe de escudo, comprendemos que DOOM sigue siendo DOOM: puro metal, puro espectáculo.
Para, sacúdete la sangre y explora
Pero el ritmo del juego, que se extiende a través de 22 extensos niveles que pueden llevarnos, tranquilamente, unas 20 o 25 horas completar, no se limita a estos momentos álgidos cargados de acción y fuegos artificiales. En esta entrega hay un buen puñado de niveles de escenarios ‘semi- abiertos’, donde el juego nos marca un buen puñado de objetivos que podemos abordar a nuestro ritmo. Aquí, DOOM: The Dark Ages muestra su lado más cercano a la exploración, con arenas conectadas por caminos, mazmorras secretas, distintos niveles verticales o grutas que nos sumergen en extraños laberintos.
En estos niveles, además de tener un montón de poder marcar nuestro propio camino para cumplir con los objetivos principales, se nos invita a explorar y buscar por todos sus rincones. Y si lo hacemos encontraremos recursos, un buen puñado de secretos, coleccionables y recompensas. Esas recompensas servirán para mejorar nuestras armas y habilidades en un sistema de progresión profundo y cargado de opciones. Y aquí tenemos momentos de pausa en los que resolver ciertos puzles del entorno para seguir avanzando. Que no todo va a ser correr hacia delante sin dejar de disparar.

La variedad de armas acompaña a esta profundidad. Más allá de los clásicos como la escopeta o el rifle de plasma, se incorporan joyas como el Machacador, un arma que utiliza cráneos y los machaca para utilizar sus trozos como metralla, el Reaver Chainshot, un cañón que lanza una bola con una cadena, el Rail Spike, una ametralladora que lanza clavos enormes, o el Flail, un mazo eléctrico que combina contundencia con estilo. Pero todas y cada una de las armas (tendremos varias agrupadas por familias) tienen mods, mejoras y sinergias con el resto del arsenal, lo que da lugar a estrategias hiper personalizadas.
La mecánica de calentar las armaduras enemigas con la escopeta antes de romperlas con el escudo, por ejemplo, es una de tantas microinteracciones que elevan la profundidad del combate. Hay un estilo de combate para cada jugador y serás tú mismo quien se ajuste su arsenal favorito y lo mejore hasta sus más altos niveles, para estar preparado para cualquier situación y convertirte en una auténtica máquina de matar demonios.
En el plano visual, DOOM: The Dark Ages es una locura. Los entornos, inspirados en cientos de portadas de discos de metal de los 80, están repletos de detalles góticos, castillos en ruinas, monstruos gigantescos y cielos en llamas. Pero aquí la estética medieval se mezcla con tecnología punta demoníaca en un cóctel que funciona a la perfección. La música, como siempre, acompaña con increíbles riffs infernales que nos impulsan a seguir adelante, con melodías más melódicas y cargadas de épica durante los momentos clave.
Los Slayers también lloran
Y lo bueno es que este exagerado y ultravitaminado DOOM es para todo el mundo. Porque el juego incluye hasta seis niveles distintos de dificultad, desde el modo más relajado hasta el Ultra Nightmare que solo los más osados se atreverán a tocar. El nivel puede ajustarse cambiarse en cualquier momento desde el menú de pausa y, además, hay ajustes finos para personalizar la experiencia: ventanas de parry más amplias, velocidad del juego, daño recibido…

Esto no solo permite que más gente disfrute del juego, sino que también ofrece una rejugabilidad enorme para quienes buscan perfeccionar su habilidad o simplemente ajustar la experiencia a su gusto. Busca tu nivel ideal en un equilibrio entre diversión y desafío y, una vez completado, aumenta la apuesta y vuelve a empezar con una sonrisa en la boca y un escudo sierra rugiendo en tu brazo izquierdo.
En cuanto a la narrativa de esta precuela, el juego nos muestra los orígenes del Slayer, su papel como arma de reyes y su relación con un mundo de intrigas políticas y guerras infernales. No se trata de Shakespeare, pero aporta una capa de contexto emocional que, sin restarle intensidad al juego, enriquece la figura del protagonista. Por primera vez, el ‘chico de DOOM’ es algo más que un avatar de destrucción sin apellidos: es un símbolo de resistencia, una fuerza que desafía no solo al infierno, sino a los sistemas que intentan controlarlo. La historia nos ha gustado y las cinemáticas entre niveles que nos la narran son de una tremenda calidad y con la duración justa para introducir la sigueinte ensalda de caos.
DOOM: The Dark Ages es una obra que mira hacia atrás para saltar hacia adelante. Respeta el legado de la saga, pero no tiene miedo de romper moldes, de experimentar, de sorprender. El cambio de ritmo, lejos de traicionar lo que hace único a DOOM, lo refina, lo reinterpreta, y consigue que parezca algo nuevo y moderno. Es el tipo de riesgo que solo un estudio como id Software puede permitirse y salir no solo ileso, sino mucho más fuerte.

Conclusiones de DOOM: The Dark Ages
DOOM: The Dark Ages no solo es una precuela, es una reinvención de lo más valiente. En un panorama donde las grandes franquicias tienden a repetir fórmulas, aquí tenemos un juego que mezcla el sabor clásico del primer DOOM con una estructura moderna, épica y brutal. Es un canto al exceso, al metal, a la sangre y al gameplay inteligente. Un título que, sin duda, marcará el 2025.
Plataforma analizada: PlayStation 5
Lo mejor:
- El combate con escudo es innovador y visceral
- El diseño de niveles combina linealidad, exploración y espectacularidad
- Las secciones con mechas y dragones son puro goce audiovisual
Lo peor
- Las fases aéreas pueden resultar algo lentas
- La curva de aprendizaje inicial es algo abrupta
94/100